La situación de Honduras es preocupante puesto que ese pueblo está sufriendo las embestidas de un sistema político que comienza a experimentar los cambios que requiere América latina. Ahora bien, a quien le importa esos cambios, pues con razón o no el Presidente Manuel Zelaya fue destituido por supuestas violaciones que hasta ahora solo ellos conocen y que a nadie le interesa escuchar, es mejor salir al brinco y gritar ¡¡¡Golpe de Estado!!! Para salvaguardar el pellejo; (pues cuando la barba de su prójimo se está quemando ponga la suya en remojo), y digo esto porque si es cierto que la OEA y los demás países deben jugar un papel preponderante en situaciones como esas, también es importante que se respete la Constitución de cada país y no se acuda a la imposición y la injerencia de doble moral.
Tratar de imponer actitudes por la fuerza, y querer decirle a otro país como tiene que manejar sus reglas, leyes o Constitución, no es lo más indicado.
¿Hasta cuándo los presidentes de América Latina podrán hacer lo que quieran con su país, con sus leyes y con la Constitución, Investidos de impunidad irrevocable?
Más bien, lo que se anda buscando en el caso de Roberto Micheletti y Manuel Zelaya es provocar que no se pueda demostrar la legalidad de la destitución, si es que existe, para llegar a una intervención militar, matar muchos inocentes, destruir ese país con el apoyo de los otros Presidentes corruptos y luego negociar una amnistía, cuantas incoherencias, cuantas payasadas, si es verdad que la comunidad internacional quiere ayudar, antes de hablar de golpe de Estado y de gobierno de facto lo que tienen que hacer es designar una comisión con fines de investigación y ver el resultado que arroje ese ejercicio para con pruebas fehacientes decirle al mundo que tales hechos no deben ser posibles en tiempos como estos, ahora bien, salir de forma alegre como lo han hecho distinguidas figuras internacionales no es mas que un adefesio al papel que se debe jugar como mediador ante una situación latente que no se conoce, pues no se ha dejado saber la realidad por la que fue destituido Manuel Zelaya, ex Presidente de Honduras.
EDUARDO ORELUS
Tratar de imponer actitudes por la fuerza, y querer decirle a otro país como tiene que manejar sus reglas, leyes o Constitución, no es lo más indicado.
¿Hasta cuándo los presidentes de América Latina podrán hacer lo que quieran con su país, con sus leyes y con la Constitución, Investidos de impunidad irrevocable?
Más bien, lo que se anda buscando en el caso de Roberto Micheletti y Manuel Zelaya es provocar que no se pueda demostrar la legalidad de la destitución, si es que existe, para llegar a una intervención militar, matar muchos inocentes, destruir ese país con el apoyo de los otros Presidentes corruptos y luego negociar una amnistía, cuantas incoherencias, cuantas payasadas, si es verdad que la comunidad internacional quiere ayudar, antes de hablar de golpe de Estado y de gobierno de facto lo que tienen que hacer es designar una comisión con fines de investigación y ver el resultado que arroje ese ejercicio para con pruebas fehacientes decirle al mundo que tales hechos no deben ser posibles en tiempos como estos, ahora bien, salir de forma alegre como lo han hecho distinguidas figuras internacionales no es mas que un adefesio al papel que se debe jugar como mediador ante una situación latente que no se conoce, pues no se ha dejado saber la realidad por la que fue destituido Manuel Zelaya, ex Presidente de Honduras.
EDUARDO ORELUS