La demanda, “anticorrupción” y el hoyazo

¿Cómo decir -otra vez- digo donde dije Diego sin que se piense que, de nuevo, oculto un hoyo o, mejor dicho, un hoyazo? Simple: traigo a escena los personajes que hacen de “mano izquierda”, los que en ciertos modelos de praxis política hacen el trabajo sucio. A ellos se les encomienda encarnar el pus, esculpir discursos con ella, dormir con ella, vestirla; al hablar, hacer y andar expelerla a diestra y siniestra para contaminar todo. Escucharlos y observar sus acciones nos hace anhelar como fragancia de magnolias la pestilencia de las cloacas.

Se dice digo donde se dijo Diego al afirmar que se recurrirá al Fondo Monetario Internacional, desde la tronera de un hoyazo financiero cuya dimensión el país desconoce y los economistas, que han dado la voz de alarma, todavía no se ponen de acuerdo en cuantificar. Es un nuevo hoyazo y no se tiene modo de achacarlo a otros. Se construyó desoyendo a todos, gastando sin control lo que, como del pueblo, les es ajeno; en prácticas nepotistas, corruptas y canonjías; sin ayuda de nadie, solitos; negando a los hombres de bien el derecho a disfrutar los frutos de su trabajo digno.

El Fondo Monetario Internacional parecería el primogénito de Hoyazo. Y los hoyos, de las malas prácticas políticas y administrativas de estos personajes que entran a la escena del poder por la izquierda para sentirse demasiado a gusto con lo peor de la derecha.

Como acarrea dolores de parto y sangrados, Fondo siempre llega entre gritos. Se los teme: se deben acallar. Ante una situación tan desesperada, evitar los exabruptos y estertores de la doncella Republiquita. Se sabe que cuando produce un parto social, patea y hace rabietas, muerde y lanza puñetazos con los ojos incendiarios. Su cuerpo ha amanecido bajo llamas de neumáticos. Sus amantes lo saben y quieren el vástago porque viene acompañado de la dote. Pero discretito; sin que se repare en ellos.

Desean un FMI que en silencio llene manos y bolsillos, para terminar obras y hacerse los simpáticos repartiendo lo ajeno, pero sin ruido porque criticaron que otros usaran las dotes de vástagos anteriores de Republiquita, que vinieran con sus “panes bajo el brazo”, que en cuatro años consumieran tanto que la dote de Fondito no fuera más que un oneroso préstamo. Pero ahora quieren el suyo, con sigilo y simulando. Para cogerlo deciden adormecer a todos y a Republiquita; que nadie vea ni mire, que se huela en otro lado. Distraer con un escándalo de lo más odioso y pestilente: anticorrupcion entra, dice el libreto.

¿Cuándo República parirá a Fondito?, preguntan todos, aspirando que los amantes se estén tranquilitos, dejen tantos viajes, despilfarros y se contengan los egos descarrilados. Que olviden esas pulsiones infantiles de conocer territorios añorados desde la infancia... Quizás César Mella y Fernando Sánchez Martínez los estén esperando, pacientes, para la terapia. Pero los tíos industriales, banqueros y casacambistas consienten: ¡O. k., que venga Fondito!, exclaman y vitorean porque vendrá saludable y con la dote. Algo les caerá al bolsillo. Trocarán en dólares la porquería que son sus pesos.

Hasta una oposición ingenua aprueba el renacimiento de Fondito. Contendrá el despilfarro, piensa. Olvida que los amantes sólo vienen tras el money, para gastar más en trajes legales y políticos a la medida, reconstruirse como rectores, diputados, senadores, secretarios de estado y directores generales vitalicios; desandar barrios y campos con un chorro de populismo. ¡Que vivan las masas!

Desde que Fondito grite su primer gritito desembolsará y los amantes repartirán a diestra y siniestra. Quizás se ordene: “¡Sigue cavando, aunque la tronera y el hoyazo lleguen a la conchinchina!”, tal vez le digan. “Será una heroicidad política”, argumentarán; que tal trascendencia la registrará Guiness: ¿cómo pensar que una Republiquita pueda cavar otra tronera, una que traspasa el orbe desde el Caribe a Asia? Imaginemos la pizarra del baloncesto iluminada con tal record: haber gastado tanto, en cinco años, para que todo a su alrededor esté igual sólo que peor, más incierto y más siniestro.

Para que no espante, se requiere que el grito de Fondito sea una vocecita, audible apenas, no el estertor del parto y el nacimiento. Entonces deben silenciarse vástago y Republiquita. Mientras nace, halado de la cabeza, arman el gran circo: ponen a rugir las fieras y desatan a Pestilencia. Es el momento de las manos izquierdas: vienen y visten sus oropeles para encarnar los sempiternos personajes de nuestras mismas ignominias. Es un pasado que vuelve y vuelve, al llamado de prestidigitadores que quieren ser más Balaguer que Bosch, sin que les duela ni les importe.

Quien suscribe pecó de ingenuo al otorgar fines altruistas al intento de no negociar con el Fondo. Pero el altruismo es desconocido por ciertos líderes vernáculos, por ciertas camarillas de gastólogos.

¿Buscan lo mejor para una Republiquita donde los hombres de bien no son robolucionarios? ¡Qué va! Aspiran a quedar con las manos sueltas para seguir gastando en el carnaval del despilfarro. Si preguntamos, negarían. Los ingenuos dominicanos -lo dijo Bosch- les creeremos a pesar de lo que vemos: manos llenas y vidas de opulencia fabulosa con sueldos inferiores a cien mil pesos, ¡en plena “crisis”!

Es que la “crisis económica nacional” no es para todos. Pero la que nos toca es más honda que la internacional por el pésimo manejo económico hecho a través de un gasto indolente, demasiado interesado y político. No queda más remedio que recurrir al FMI, coger prestado para poder pagar.

¿El título de esa historia no será “Del gran despilfarro al gran fracaso”? Y el escándalo de “anticorrupción” y su demanda, ¿circo y las líneas del colapso? ¿No ocultan el tamaño del hoyazo?

El gobierno fue votado para corregir “el mal manejo” de la economía protagonizada por los funcionarios acusados, según se dijo. El mal manejo económico del 2003 fue tan horrible que el Banco Central optó por adoptarlo, por aplicar cada una de sus medidas. La genialidad y creatividad en materia de política macroeconómica de las autoridades actuales consistió en contraer la oferta monetaria para mantener la tasa, a contrapelo de la demanda; esto es: de la producción y el comercio. De ahí, el círculo vicioso. Su “corrección” fue tan creativa que la libra de pollo cuesta el doble que entonces. ¿Se culpará a los acusados? HIPÓLITO MEJÍA ríe, dice el libreto.

Malas lecciones de malos maestros: desean que olvidemos sus enseñanzas sobre Balaguer, dictadas allá en la secundaria. Así que mirémoslos bien, conozcámoslos y aprendamos. Esperemos, por si “Vuelve y vuelve” en carne propia, o en fantasmas y arcángeles camuflados.

Fuente: Listín Diario Digital.

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