El llamado “fin de la historia”, preconizado por Fukuyama, ha constituido un fiasco intelectual de proporciones mayores, mientras que los pronósticos de sus contradictores, como Samuel Huntington, con su tesis sobre el “choque de las civilizaciones’’ en sustitución de las ideologías, estados y países, por enfrentamientos de culturas, también se estrellan contra la oleada democrática que sacude los países árabes, que cual huracán histórico barre las viejas estructuras, concepciones, modelos autoritarios, coágulos dogmáticos, tradiciones disfuncionales frente al fenómeno globalizador y liberador de los valores universales de libertad y desarrollo humano.
Hablo del contexto actual porque ninguna manifestación social y política es ajena como tendencia a la lucha de los propios pueblos distantes en las antípodas. Si hay una variable constante es la lucha por la libertad, independientemente de las consecuencias futuras o de los retrocesos que puedan experimentarse en ese círculo vicioso de la historia, que constituye el camino zigzagueante de los procesos sociales. La irrupción de las masas como conjunto heterogéneo de presión y conquista de objetivos renovadores, alcanzó a partir del derrumbe del muro de Berlín una fuerza desconocida por el valor de acciones pacíficas, sin disparar un tiro.
El recuerdo de Gandhi logrando la independencia de su país del coloniaje británico, mediante una lucha sostenida de resistencia pacífica, parece haber encauzado en el tiempo histórico las rebeliones actuales. Aunque se pelea en Libia, este no constituye sino un ejemplo aislado, de la misma manera que se combatió en Rumania, el único país del Este socialista, donde una parte de la población salió a defender el agónico régimen de Nicolae Ceausescu.
Pretendo decir que los valores de la libertad, los proyectos individuales de oportunidades, el hartazgo que produce toda continuidad indefinida en el Poder, propician movimientos de alcance político que desplazan lo que los revolucionarios franceses llamaban el “ancien régime” para referirse a la monarquía absoluta de Luis XVI. El contagio democrático tiene efectos reproductores imparables en la zona, pero a la vez se refleja en esta parte del mundo, donde la lucha por la democratización impulsa transformaciones sociales.
No tengo dudas razonables de que el Presidente Leonel Fernández no aspirará a una reelección presidencial nuevamente, no porque entienda la reelección como un pecado político, sino porque entiende la conjunción de factores que indisponen la posible materialización de su continuidad como mandatario. Realmente exitoso, mucho más que la mayoría de los mandatarios dominicanos de todos los ciclos históricos, el presidente Fernández ha logrado a su favor, implicar en el conjunto de ofertas y realizaciones, el fardo de las debilidades de sus adversarios. Como ejemplo curioso, el ex presidente Balaguer, hacía ostentación de su liderazgo, y el apoyo de las fuerzas y poderes fácticos, como muestra de su invencibilidad (aparte de sus truculencias electorales), hasta que un David desprotegido, sin facultades teóricas ni intelectuales, lerdo en la pronunciación de los discursos, lo derrotó increíblemente porque sus contendores lograron desactivar los fundamentos de su éxito, sustrayendo de su poder sus propias debilidades, aunando esfuerzos, exhibiendo la unidad monolítica y quebrantando a la luz del cambio de administración de Washington, el endoso que solamente la torpeza y el radicalismo impedían aprovechar.
Pero no obstante que soplan vientos de fronda que impulsan el cambio en la República Dominicana, aunque solo sea como una cuestión de aseo formal de Estado, como una ventana necesaria de protección de la democracia, como una saludable alternativa de período solamente si la Convención del próximo domingo se realiza con respeto a la institucionalidad, a la voluntad democrática, y sobre todo a la unidad, pregonada y organizada por adalides éticos como Emmanuel Esquea, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino, puede el PRD volver al Gobierno. Se trata de un reto histórico, decisivo y determinante.
Por: Tony Raful.
Fuente:http://www.listindiario.com.
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