El Reformismo en el presente es un campo de batalla, una lucha generacional. Donde se enfrentan la esperanza y la satisfacción. El amor patrio y los negocios.
Por un lado; jóvenes llenos de esperanza, convencidos de que el reformismo puede regresar al poder en el 2012. Por el otro; el pesimismo acaudalado y sus asalariados gubernamentales.
Por un lado; la entrega, el sacrificio, el compromiso con el ideal reformista de un partido democrático e institucional, de llevarlo al poder para hacer de República Dominicana un pueblo feliz, que viva en la abundancia y la seguridad.
Por el otro; los negocios, el egoísmo, el individualismo, y la arrogancia de que todos se venden y por tanto se pueden comprar con dinero, decretos, prebendas y cargos públicos.
Por un lado; el compromiso generacional de continuar la obra de Balaguer, de hacer de Quisqueya una nación que conquiste un lugar privilegiado entre las naciones prospera del planeta.
Por el otro; el champan, la tranquilidad que da la abundancia personal, la cercanía al poder morado y la más absoluta indiferencia ante el sufrimiento de los pobres.
Por un lado; Ricardo Espaillat, convocando la base del partido a conquistar la gloria y el respeto de nuestros padres vivos y fallecidos, regresando el partido al poder, para seguir su ejemplo de servicio a los más necesitados.
Por el otro; poner el PRSC al servicio del PLD, de los decretos gubernamentales, para poner el partido al servicio de otro partido y otros líderes, cuyos sueños e intereses no coinciden con los sueños de los Balagueristas-Reformistas.
La apuesta está sobre la mesa, los reformistas según el bando que tomen construirán o destruirán su futuro.
Por eso yo, cada día, a cada compatriota con quien hablo, le repito una y otra vez, una y otra vez; “Espaillat, es lo mejor que hay”.
Por Milton Olivo.

