El Duque de Cádiz, la azarosa nieta de Franco y el mabí del Seibo

Es que ahora estoy, por así decirlo, repasando mis recuerdos. Y eso es parte de lo que alguien me ha recomendado como disciplina mental: repasar y actualizar viejos recuerdos e informaciones... y aprender algo nuevo cada día. Así, el Alemán tendrá que intentar con otro viejo, no conmigo.

He vuelto al tema de La Guerra Civil Española. Todavía no había yo cumplido diez años cuando comenzó esta horrible tragedia fratricida. En el Pimentel de mi infancia tenía mucha presencia un grupo de comerciantes españoles, socios del Club Pimentel y que también se daban sus tragos, con otra gente del pueblo, como hacen a veces políticos y comerciantes. Y no era muy extraño que uno de ellos, después de algunos tragos, gritara aquello de !Viva La Pepa! que yo tardé muchos años para saber que eso tenia que ver con aquella Constitución de Cádiz, nacida el día de San José y que no era la vulgaridad que aparentaba ser.

Uno de estos españoles, Manolo Trigo, novio de mi hermana Estela, trajo a la victrola de casa el Himno de Falange, -Cara al sol con la camisa nueva, que tu bordaste en rojo ayer-. Y a mi, a tan corta edad, me impresionaban casi violentamente aquellos versos:-Odiaré la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver-.

Y en aquel pueblito entonces sólo en contacto con el resto del mundo por el tren que venia de Sánchez o La Vega, se comentaban en las esquinas las noticias de la guerra: que el Frente del Ebro, que las hábiles arengas radiofónicas de Queipo de Llano y que si la Batalla de Madrid. Y de esto último, los más maliciosos hacían un chiste casi pornografico: ¿En que se parece Madrid a una muchacha? y no se si lo recuerdo mal, pero luego decían: -que si entra Franco sale Miaja-.

Pues ahora estoy repasando esos recuerdos en un texto de Ricardo de la Cierva. Y veo que fueron indispensables para el triunfo de Franco, los aportes de dos grupos de milicianos, guerreros muy altamente motivados, con ideologías y metas no muy semejantes, los Falangistas y los Requetés, a los que Franco, no sin poca fuerza y malicia, integró junto con los militares en una fuerza única, disciplinada y eficiente.

Los Requetés, fuertes principalmente en Navarra, eran los restos de los Carlistas, que pelearon tres guerras para imponer su candidato a la corona de España. Pues bien, este Duque de Cadiz, casado con Carmen Martinez Bordiú, nieta de Franco, era quizás, el último Principe Carlista aspirante a la Corona de España. Y estuvo, según dicen, siendo estudiado por El Caudillo, en los años sesenta, para futuro Rey. Luego que Franco se decidió por su primo Juan Carlos en 1969 él fue nombrado Embajador en Suecia, donde estuvo hasta el año 1978. Allí conoció a Carmen Martinez-Bordiú con quien se casó en 1972. Uno o dos años despues, la pareja visitó Santo Domingo. Estuvieron en la Biblioteca Nacional donde Pedro Gil Iturbides, muy criollamente, les brindó Mabí Seibano. Lamentablemente, la elegante y noble pareja se deshizo unos años más tarde. Y poco después, la muerte anduvo cortejando a uno y otra. Yo confío, que la mala suerte que persiguió a ambos, nadie quiera atribuirla a ese agradable producto del bejuco de indio, que un día le brindamos a ellos en la Biblioteca Nacional Dominicana.

Un abrazo,
Tiberio

Por: JOSÉ T. CASTELLANOS.

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