El titulo de dicho artículo no pudo ser mejor escogido, pues en el caso de la cementera privada propuesta en los terrenos estatales de Los Haitises, es evidente que ha habido una gran lucha entre mercenarios que defienden la cementera y ecologistas que defienden el sagrado derecho de las futuras generaciones a disponer de agua potable (en abril de 2003 la Santa Sede declaró el agua como un bien común de la humanidad), y al contemplar precisamente la falta de agua en estas ruinas de las edificaciones de los efesios, el único calificativo que aplica para ese amplio artículo de pobre y acuoso contenido es: adefesio (ad efesios=para los sordos y paganos efesios).
Marcos pudo aprovechar el amplio espacio puesto a su servicio por El Caribe para demostrar, con profundidad, la pertinencia técnica y ambiental del proyecto minero que defiende, pero en lugar de hacer un exhaustiva tomografía de las interioridades técnicas del proyecto, giró su brújula declinada hacia la persona que a su juicio es responsable de haber cometido la indiscreción de haber levantado su firme voz de oposición, aunque, lo que realmente molesta, es haber convencido y concitado el respaldo del 85% de la población.
Y es que para Marcos, Osiris es un “Cid con alma de Quijote, adornado de atributos de resurrección, que siempre ha estado presto a enderezar entuertos combatiendo a muerte su adversario, aunque tenga que aliarse al enemigo, consciente de que siempre renacerá de las cenizas virtuales en que lo colocan sus propias sentencias admonitorias”.
Tremenda descripción para quien se ha atrevido a cuestionar de manera pública la descabellada idea de construir una isla artificial, el muy caro y hoy vacío y disfuncional Metro, el torpe manejo oficial dado a la presa de Tavera durante la tormenta Olga, las pretensiones de arruinar los parques nacionales centrales con una absurda carretera San Juan-Santiago y ahora la ridícula cementera en Los Haitises. Y lo curioso es que en los diseños de todas estas moléculas siempre aparecen los mismos átomos, del mismo modo que en las ruinas de Éfeso siempre aparecen los mismos diseños, las mismas rocas y los mismos tallados. Curioso, no?
Siempre que alguien salga a predicar la verdad en los diferentes segmentos de una sociedad, y siempre que esa prédica cale en profundidad, se ha de encontrar, como se encontró el apóstol Pablo en Éfeso, con un tal Demetrio, quien convocó a los artesanos que se enriquecían fabricando estatuillas de plata de la diosa pagana Artemisa, y les arengó de la siguiente forma: “Ciudadanos, sabéis que nuestro bienestar depende de esta industria; como veréis ahora y oiréis, ese tal Pablo ha convencido a un gran número de personas, no sólo de Éfeso, sino que se puede decir que de toda Asia, Afirmando que los dioses fabricados por la mano del hombre no son dioses.”
Cuánta similitud entre Demetrio y Marcos, pues para ambos lo único importante es el dinero que pueda producir una determinada industria, no importa si con esa industria pecamos y la calidad del agua se va al infierno, ni importa si en el futuro la gente se muere de sed y se va derecho al infierno, pues esas almas, atribuladas en el infierno, tomarán posesión de los cuerpos remanentes en este desierto, que nada ha de envidiar al mismo infierno.
Y cuando ello suceda, ahí estarán disponibles los exorcistas ambulantes que le sirven a todos los gobiernos, como Marcos, dispuestos a exorcizar a todo cuerpo poseído del mal, y dispuestos a desenmascarar a todo ecologista sin conciencia, que en la nueva industria del cemento se venda como mercenario a la vieja competencia.
Innegablemente que Marcos cree que su difamación puede convencer a este país de que la nueva cementera es la salvación, y de que los progresistas y desarrollistas como él encarnan la redención de un proyecto que nació con acta de defunción, creyendo también que los ecologistas somos unos paganos que nos vendemos a unos fulanos.
Y lo mejor es que Marcos siga creyendo en lo que cree, pero que también crea las palabras del apóstol Pablo escritas en el capítulo 20 de Hechos, donde dice: “No he pretendido ni plata, ni oro, ni la túnica de nadie. Bien sabéis que he trabajado con mis propias manos para cubrir mis necesidades y las de aquellos que estaban conmigo.” Los ecologistas nunca hemos pretendido vendernos a nadie, y si así hubiese sido nos hubiésemos vendido al mismo gobierno que propicia la cementera privada en Los Haitises, gobierno al que se han vendido muchos iguales a Marcos, porque este gobierno paga mejor que cualquier cementera privada. Y las pruebas sobran.
Más adelante, Marcos describe a Osiris como lleno del más ardiente fervor, y dice que dedica su tiempo profesional a su verdadera causa, la de político opositor, y que bueno que sea así y que los defensores del gobierno, como Marcos, lo vean así, porque ya es tiempo de que en nuestro país aparezcan profesionales dispuestos a hacer oposición formal, oposición constructiva, oposición de altura, oposición elegante y contagiante, y oposición cientista, en lugar de la burda oposición materialista que desprestigia a los partidos políticos dirigidos por algunos mercantilistas, y donde los gobiernistas se convierten en refractarios anarquistas y en inquisidores fundamentalistas.
La verdad de Pablo fue acosada en Éfeso por mercantilistas sin límites, como el tal Demetrio, y la verdad de los ambientalistas que hemos estado opuestos a la instalación en Los Haitises de una industria cementera que crea pánico, trata de ser acosada por un tal Marcos, desde el Caribe hasta el Atlántico.
Pero así como las palabras de Demetrio se hundieron bajo las ruinas de Éfeso, a orillas del mar Egeo, mientras las palabras de Pablo hoy son escuchadas y aceptadas por 2 mil millones de cristianos de todo el mundo; las palabras de Marcos se hundirán bajo las aguas del contaminado mar Caribe, y las palabras de los ecologistas seguirán siendo escuchadas y predicadas por millones de cristianos que han puesto su fe no sólo en la religión, sino en la posibilidad de vivir en un mundo mejor, con un ambiente mejor, y con una nueva clase política mucho mejor.
Por R. Osiris de León
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