Con Danilo en Haití

Domingo 12m. Una llamada inesperada. “¿Qué tal si me acompañas a Puerto Príncipe? Quiero ver con mis ojos la dimensión de la tragedia.” Era Danilo al otro lado del teléfono.

Cuando nos encontramos media hora después en su oficina a la espera de Junior Brea, coordinador del viaje, me recibió diciendo: “El gobierno lo está haciendo muy bien. Tiene todo mi respaldo y simpatía. Eso es lo que se espera de nosotros. Son 110 mil raciones de comida diarias que están despachando los Comedores Económicos hacia Haití, atención médica, telecomunicaciones.” Estaba conmovido, como todos y todas en nuestro país; orgulloso, satisfecho, del formidable esfuerzo solidario de escolares, empleados públicos y privados, pequeños, medianos y grandes empresarios, ciudadanos de todas las clases sociales, creencias y simpatías políticas hacia Haití

De Haití he hablado en privado muchas veces con Danilo. En incontables conversatorios le he escuchado referirse a Haití, hablar y explicar el flujo migratorio, de las relaciones que debe República Dominicana cultivar con Haití.

Mis responsabilidades de editor de Perspectiva Ciudadana me llevan a procesar mucha y diversa información desde hace ya un buen tiempo, de todas partes, en varios idiomas y Danilo no deja de sorprenderme siempre por la cantidad de información que maneja y que respaldan sus comentarios, cifras, diarios nacionales y extranjeros, estudios económicos,

“Sólo podremos sobrevolar”, corrigió Junior al llegar. “No importa, vamos. Quiero ver", urgió Danilo.

En hora y media ya estábamos encima de Puerto Príncipe.

En el trayecto, desde Jimaní a Puerto Príncipe, a la ida como a la vuelta, pudimos apreciar vehículos cargados de ayuda, guaguas de Caribe Tours. La solidaridad dominicana. De un pueblo entero –nunca antes, más exacta la palabra- volcado al rescate del pueblo hermano haitiano. “Y no damos más porque no podemos”. Tráfico ordenado. Sin contratiempos aparentes. Una gran cosa.

En Jimaní, visibles las instalaciones de los Comedores Económicos. Para atender a los hambrientos, a los sobrevivientes del terremoto y de la pobreza y exclusión anterior, permanente.

Puerto Príncipe es una ciudad pobre aplastada. Tal como dijo el presidente Preval. El muelle, desvencijado, se aprecian furgones clavados en el mar. Palacio legislativo, Palacio presidencial, seriamente dañados; de la catedral, el cascarón. Grandes edificaciones a ras de suelo, casuchas apiñadas y desmoronadas.

En espacios abiertos, carpas de todos los colores, aún en residencias que resistieron los embates del terremoto. En algunas zonas hermosas viviendas, en buen estado.

Una ciudad pobre aplastada, ahora por la fuerza de la naturaleza; siempre por la fuerza de la exclusión y la falta de oportunidades.

La primera, indomable, relativamente previsible, y que la ciencia ha podido explicar; la segunda, resultado de la equivocada acción de los seres humanos, perfectamente corregible con la voluntad y cooperación de todas y todos. Ese es el gran desafío tan pronto se supere la emergencia humanitaria.

¡Démosle esa oportunidad al pueblo haitiano! ¡Acompañémosle en solidaridad!

Por: Roberto Rodriguez-Marchena

Correo electrónico enviado por Francisco Mercado

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