COTUI, CAPITAL DE LA ESPERANZA.- En días pasados fueron asesinados siete ciudadanos, de los cuales cinco murieron a balazos --como los otros dos-- que aparecieron en un terreno de Pedro Brand, mientras la inseguridad sigue siendo una tarea pendiente que, al serlo, pone en riesgo vidas y bienes de los ciudadanos. La Policía ha recibido medios abundantes para el cumplimiento de su misión o, al menos, así lo aseguran los funcionarios respectivos.
¿Qué pasa, entonces, con la creciente inseguridad en la ciudad de Cotui y otras ciudades y campos del país? ¿Falta eficacia en los mandos o se trata de incuria en los subordinados? Porque alguna explicación tiene que haber para que los delitos se expandan y constituyan uno de los problemas más acuciantes de este momento en el país.
Hace pocos días se encontraron, esos cadáveres de personas, al parecer ajusticiadas en ese trámite brutal en que emprenden las venganzas que utilizan sicarios para saldar cuentas que solo deben ser ajustados por la administración de justicia, y muchos casos de sicariato provendrían del narcotráfico. Jueces de fin de semana con facha de embusteros y un macuto para cobrar sumas millonarias son los que campean en estas tierras de Dios.
Pero es que también muchos ciudadanos no tienen confianza en la justicia, aunque esto no es motivo para tomarla con mano propia. Desde hace un tiempo hay una especie de pugna entre la Fiscalía General de la Nación y el Poder Judicial, que ha motivado la publicación de comunicados y de criterios en los cuales se desprende que no acaba de inaugurarse la justicia en el solio de Duarte y, recientemente, una de sus altas salas ha expedido un pronunciamiento que ha causado escándalo, motivando a la indignación de la sociedad dominicana. La suspensión de magistrados, suplentes ciertamente, debe ser un claro mensaje a la sociedad dominicana en estos momentos en que blasonamos la nueva Constitución del país.
Es necesario, señores, que los que conforman el Poder Judicial se ajusten a las normas, para que hechos escandalosos denunciados por senadores e infelices ciudadanos dominicanos --gracias a la agresión a billetazos-- no sigan ocurriendo.
Mientras estas cosas existan no podremos hablar de justicia en el país.
Por: Daniel Efrain Raimundo
¿Qué pasa, entonces, con la creciente inseguridad en la ciudad de Cotui y otras ciudades y campos del país? ¿Falta eficacia en los mandos o se trata de incuria en los subordinados? Porque alguna explicación tiene que haber para que los delitos se expandan y constituyan uno de los problemas más acuciantes de este momento en el país.
Hace pocos días se encontraron, esos cadáveres de personas, al parecer ajusticiadas en ese trámite brutal en que emprenden las venganzas que utilizan sicarios para saldar cuentas que solo deben ser ajustados por la administración de justicia, y muchos casos de sicariato provendrían del narcotráfico. Jueces de fin de semana con facha de embusteros y un macuto para cobrar sumas millonarias son los que campean en estas tierras de Dios.
Pero es que también muchos ciudadanos no tienen confianza en la justicia, aunque esto no es motivo para tomarla con mano propia. Desde hace un tiempo hay una especie de pugna entre la Fiscalía General de la Nación y el Poder Judicial, que ha motivado la publicación de comunicados y de criterios en los cuales se desprende que no acaba de inaugurarse la justicia en el solio de Duarte y, recientemente, una de sus altas salas ha expedido un pronunciamiento que ha causado escándalo, motivando a la indignación de la sociedad dominicana. La suspensión de magistrados, suplentes ciertamente, debe ser un claro mensaje a la sociedad dominicana en estos momentos en que blasonamos la nueva Constitución del país.
Es necesario, señores, que los que conforman el Poder Judicial se ajusten a las normas, para que hechos escandalosos denunciados por senadores e infelices ciudadanos dominicanos --gracias a la agresión a billetazos-- no sigan ocurriendo.
Mientras estas cosas existan no podremos hablar de justicia en el país.
Por: Daniel Efrain Raimundo