Recepciones en la Era de Trujillo

Trujillo era inflexible con el cumplimiento del protocolo. El “Jefe” era puntual en sus eventos sociales o militares y así también tenían que ser sus invitados, pues le digustaba tener que esperar.


En la actualidad, las recepciones en el Palacio Nacional o los actos protocolares a los cuales asiste el Presidente de la República tienen un carácter más flexible con sus invitados, quienes a pesar de asistir formalmente vestidos no tienen que cumplir con un código de vestimenta y no siempre están a la hora puntual del inicio, esto empezando por el propio mandatario, diferente a lo que pasaba durante la Era de Trujillo.

El tirano exigía un código de vestimenta y era sumamente celoso con respecto a las reglas protocolares en recepciones y reuniones. Trujillo no ocultaba su admiración y respeto por las personas cultas a las que dio participación y asistencia en su Gobierno, convirtiéndolas en sus más fieles seguidores y predilectas para las grandes recepciones, tanto en el Palacio Nacional como en otros recintos.

La lista de estos beneficiarios de la consideración del generalísimo podía variar de acuerdo a como estuviese su situación, según relata Mario Read Vittini en su libro “Trujillo de cerca”, en el que describe los momentos vividos por él al lado del célebre personaje.

“Trujillo amaba con fervor su país y por esto festejaba por todo lo alto las fechas patrias como Independencia Nacional, Restauración, Día de la Bandera, Natalicio de Duarte, festejos que iniciaban con actos en las escuelas y posteriormente con un desfile militar en el que también se le rendía tributo a su imagen”, refiere.

La celebración de su cumpleaños, el 24 de octubre, era una de las fechas que él festejaba con más énfasis y fasto, así como el 18 de diciembre, su fecha de ingreso al Ejército, y el aniversario de su ascenso al poder el 16 de agosto 1930.

Los hechos recogidos en el libro del periodista Manuel de Jesús Javier García dan cuenta de que los acólitos del tirano no tenían pudor en halagar a la madre de éste, como si se tratara de la suya.

Para el Día de las Madres, sus seguidores rendían tributo a doña Julia Molina viuda Trujillo, llenándola de halagos y calificándola como “la más auténtica y venerable de todas las progenitoras del país”. Otras eran las fechas religiosas como la de la Virgen de la Altagracia y la de San Rafael, que revestían gran importancia para Trujillo, quien siempre asistía a la iglesia en Higüey para honrar a la madre espiritual de los dominicanos. Celebración ésta que siempre terminaba rindiéndole tributo a su figura con un Te Déum en su honor.

La vestimenta en estos encuentros sociales siempre tenía que estar acorde con el protocolo, porque quien desentonaba era mandado a sacar por el propio Trujillo, famoso por su porte impecable y elegante estilo.

Los invitados del tirano. Según lo cita Mario Read Vittini, Trujillo era desconfiado con sus invitados tanto en las recepciones en Palacio como en sus fiestas privadas en el Casino de San Cristóbal, que luego se llamó Casino Trujillo, y las que celebraba en “Las Caobas”, “Najayo” y “Borinquen”.

Sus funcionarios y sus familiares más cercanos, de acuerdo a los escritos de la era, eran sus acompañantes.

Entre los apellidos de moda o los socialités de la época, se citan a los Moya Alonso, Balaguer, Peynado, Garrido Puello, Aristy, Logroño, Brache y Román Fernández.

También están los Antún, Pastoriza, Herrera Báez, Amiama Tió, Álvarez, Díaz, Ruiz Tejada, Bonetti Burgos, Peña Batlle y Ricart.

Algunos miembros de estas familias participaron en la trama que dio fin a la tiranía que durante 30 años mantuvo el país sometido al miedo y la opresión.

Testimonio

Radhamés Gómez Pepin

El protocolo

El veterano director de El Nacional nos cuenta que “las recepciones eran bien hechas, todo era con el más estricto protocolo, pues Trujillo era sumamente celoso con el cumplimiento de las reglas protocolares que él cumplía y hacía cumplir; nadie podía pasarse de la raya. En la mayoría de las recepciones no asistía acompañado de su esposa, sino más bien de sus funcionarios y cuando viajaba a los pueblos iba con tres o cuatro, pues en cada pueblo tenía sus seguidores”.

Leonardo MAtos Berrido

Lugar de ocio

Leonardo Matos Berrido, quien para la época debutó como periodista efímero en el matutino El Caribe, recuerda a Trujillo fuera de las recepciones en el Palacio Nacional. “El era un aficionado de la Hípica (carreras de caballos); en varias ocasiones lo vi en el Hipódromo Perla Antillana, donde acostumbraba ir todas las tardes acompañado de sus amigos que más bien eran sus funcionarios, y vistiendo su traje militar. Trujillo disfrutaba ver galopar a su hijo Ramfis”.

Por: YOANY CRUZ (y.cruz@hoy.com.do).

Fuente: http://www.hoy.com.do.

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