Lecciones histriónicas que nos deja un animal selvático llamado Gadafi

Hugo Chávez llora y Fidel Castro balbucea mientras que nuestro presidente mundial prepara una nota de condolencias a sus familiares… es tan humano.

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN.- Con el “no me maten, no me maten” salió desde una cloaca el jamás “imbatible” Coronel de los ejércitos guerreros del mundo, Muammar Gadafi. Cuando a un gánster que acostumbra a dar órdenes para silenciar eternamente a sus enemigos les toca la misma suerte, ese es el resultado. La muerte de Muammar el Gadafi ayer, ocho meses después de que en febrero pasado llegara a Libia la ola de rebeliones populares que durante los últimos meses ha dado fin con los despotismos del norte de África, se ha sumado a una ya muy larga lista de noticias que durante los últimos meses han dado cuenta de la forma como toda una etapa de la historia contemporánea está cerrándose para dar paso a otra muy diferente.

Es verdad que todavía son muchas dictaduras que se resisten a ser arrastradas por la ola democratizadora y en ese empeño están dispuestas a ahogar en sangre a sus pueblos, como en el caso de la Cuba de Fidel Castro o de la Siria de Bashar Assad o en las monarquías despóticas que todavía rigen en buena parte del mundo árabe. Pero no es menos cierto que la tendencia está ya plenamente definida y no parece posible que la historia dé marcha atrás.

Qué vendrá después, es una pregunta abierta a la que nadie se atreve a dar una respuesta categórica. Lo único que está claro, más allá de toda duda, es que en esa región del planeta, como antes ya ocurriera en otras, quien tenga la tentación de perpetuarse en el poder tendrá que pensarlo mucho. Ha quedado claro que estos ya no son tiempos propicios para el florecimiento de autocracias personales y quienes hasta hace poco veían a tiranos como Mubarak o Gadafi como modelos dignos de ser imitados o apoyados tendrán que reconsiderar sus objetivos políticos. Hugo Chávez llora y Fidel Castro balbucea mientras que nuestro presidente mundial prepara una nota de condolencias a sus familiares... es tan humano.

Es tan evidente que la suerte que corrió Gadafi tiene implicaciones que trascienden con mucho su caso personal y el de su país, que no es nada casual el tono lastimero con que se refieren al fin de la tiranía y del tirano los pocos gobernantes del mundo que todavía consideran posible y deseable el establecimiento en sus países de autocracias similares. Es de esperar, por eso, que las lecciones que van llegando del mundo árabe sean aprendidas y que el dramático fin de Gadafi, su clan y su gobierno sirvan como escarmiento a quienes todavía creen que se puede ser impunemente poderoso por grande que sea la riqueza, en este caso petrolera, sobre la que se sostenga ese poder.

No menos importante que lo anterior es la otra lección que da la experiencia de Libia, también sobre los límites del uso y abuso del poder. Se trata de la que está dirigida a quienes de manera más o menos encubierta manejan los hilos del sistema económico y político sin más consideración que la preservación de sus propios intereses.

Las declaraciones de solidaridad con el pueblo libio que tanto han abundado durante los últimos meses en labios de gran parte de los más influyentes políticos, empresarios e intelectuales de Europa y Estados Unidos, por ejemplo, sólo han servido para poner en evidencia una doble moral que también, al igual que los dictadores, está pasando por momentos difíciles.

Es de esperar, por eso, que experiencias como la de Libia sirvan tanto para desalentar las tentaciones autocráticas como para que miembros de las élites políticas y económicas que gobiernan el mundo dejen de hacerse sus cómplices sólo por hacer prevalecer conveniencias prácticas sobre valores y principios imprescindibles para la preservación de la paz, el desarrollo y la justicia como son la democracia y el pleno respeto a los derechos humanos.

Regresamos al frontispicio de nuestro editorial: Hugo Chávez llora y Fidel Castro balbucea mientras que nuestro presidente mundial prepara una nota de condolencias a sus familiares… es tan humano.
Por:  Daniel Raimundo.

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