Nosotros, la corrupción y Dominicana

Las deudas de honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. José Martí

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN.- La percepción de una alta corrupción en el país no es una sorpresa, lo sabe el ciudadano de a pie tan bien como sabe que luego del día viene la noche. En su último reporte, la organización Transparencia Internacional nos ubica en un puesto peor que el obtenido en su evaluación pasada, bajamos del puesto que teníamos al 84 (de un total de 183 países).

En la región somos menos corruptos que Ruanda (puesto 83) y Líbano (ubicación 82), y más corrupto que Mongolia pero estamos lejanos de lo que han obtenido en materia de lucha contra la corrupción países como Chile y Uruguay. Uno de los factores más complejos para la infestación y proliferación de la corrupción es la debilidad institucional en los países del área, y si nos ponemos a analizar la situación nacional éste es un problema mayúsculo ya que en todas las direcciones donde veamos podremos ver maniobras de todo tipo y color en beneficio de particulares, casi nunca de las instituciones y menos aún del país. De esto son reflejos los partidos políticos tradicionales y conforme se pudo ver en gestiones recientes, el gobernante partido de la Liberación Dominicana tampoco está exento de este tipo de falencias.

Y es que en materia de corrupción, todos podemos ser culpables, ojo que no digo que todos seamos corruptos (al menos no de una manera consciente), pero sí es evidente que en la larga cadena de hechos de corrupción con la que nos topamos diariamente existen muchos eslabones, y muchas veces nosotros también somos culpables. En el momento en que damos la carnada del soborno para agilizar el trámite (timbre de aceleración o denominaciones similares, que sea en broma, o sea, en serio, muestran el alto grado de corrupción que tenemos en el país), y nos hacemos cómplices del acto delictivo, muchas veces por evitar el maltrato al cual se somete uno cuando realiza un trámite público, muchas veces por urgencias y muchas otras porque simplemente las cosas en el país funcionan así. Incluso cuando un ciudadano comete una infracción de tránsito el comentario clásico es darles una “borona”, una "mordida", o incluso tener que escuchar la propuesta de corrupción que viene de la autoridad: "Comando, su falta es menor, si quiere puede ir a pagar la multa o si quiere puede ayudar voluntariamente a este su oficial, comando, no olvidando que tengo que darle el 10% a mi superior y son seis los hijos que tengo con mi mujer", y ahí es que nos convertimos en un miembro más del clan de la corrupción que circula en nuestro país, y de este tipo de ejemplos tenemos muchos, lamentablemente demasiados.

Si bien es evidente que lo afirmado llega a ser una realidad dolorosa, es también el primer paso en la solución de este tipo de situaciones. Al ser nosotros un escalón más en este círculo vicioso de la corrupción, bien podemos cortar su flujo maloliente y denunciar los hechos de corrupción que se nos presentan, no dar la “ofrenda” obligatoria y preferir pagar la multa cometida, ser honesto y cumplir con honestidad desde la fila hasta el trámite que corresponda.

Es difícil, es más hasta incluso soñador o inocente llegar a creer en una Dominicana libre de corrupción, pero es el país al cual nos debemos y seguro que todos los padres de este terruño desean para sus hijos un país transparente y eficiente, sin corrupción y del cual podamos sentirnos orgullosos. Este paso lo podemos dar nosotros, está en nuestras manos.

Aún tenemos mucho por hacer, incluido el Gobierno central que por supuesto no está exento, como ninguno de nosotros, de luchar contra la corrupción. Ya Seneca lo dijo: “El honor prohíbe acciones que la ley tolera.” FIN.

Por: DANIEL EFRAÍN RAIMUNDO

0 comentarios

Leave a Reply