"¡Será un funeral y no un show!", gritó airado el abogado representante de la familia de Michael Jackson a un grupo de periodistas insistentes porque les dieran a conocer la lista de las grandes figuras del espectáculo que tomarían parte en el memorial del rey del pop, que tendrá lugar este martes, en horas de la mañana, en el Staples Center, de Los Ángeles.
Sin embargo, los intereses de transmisión en vivo de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos, el negocio con las entradas revendidas en Internet, el anuncio lanzado en fanfarrias de que será el funeral más visto en la historia, junto a la especulación relacionada con las grandes estrellas que pueden figurar allí, y por lo tanto, ¡hay que estar!, o al menos, ¡verlo en tv!, hacen pensar en un show.
Y pensarlo no porque se cante y se baile en este espectáculo de noventa minutos dirigido por el productor de los últimos premios Grammy, que está muy bien despedir al rey Michael con su música y con la actuación de todos aquellos que lo quisieron, sino porque tras la muerte del cantante, junto al pesar de sus millones de admiradores en el mundo, se disparó el gran negocio Michael Jackson en el que, como indican las buenas reglas de la oferta y la demanda, todo se vale, desde las producciones aceleradas de su discografía, autorizadas o piratas ––que ya baten récords–– hasta las ventas espurias de conversaciones suyas grabadas por teléfono y otras intimidades.
A solo unos días del fallecimiento de Jackson, muchas páginas informativas del mundo suelen relacionarlo más con el dinero —su herencia, sus negocios, disputas familiares, deudas y beneficios,— que con el valor artístico de su obra.
De entre las 17 500 personas que podrán asistir hoy al espectáculo fúnebre del Staple Center, con retransmisión en el Nokia Theater, la familia Jackson decidió regalar 8 750 entradas a los admiradores del cantante mediante un sorteo que tuvo lugar en Internet, y al cual se presentaron más de un millón de aspirantes.
Sobraron las alegrías, pero no faltaron ganadores en poner en venta sus entradas a precios que han llegado hasta los 10 000 dólares, algunos sin justificar tales especulaciones con los sentimientos, o dándolas como algo muy natural dentro del sistema; otros dejando ver "que la vida está muy dura y Michael comprendería", y por supuesto, están los que aseguran en esas páginas de Internet que por nada del mundo se perderían la oportunidad de darle un último adiós al ídolo y, además, ver reunidas a las estrellas del espectáculo que lo acompañarán.
Hubo también llamados desesperados a la conciencia de los revendedores para que "aflojen", como los de un joven que, tras confesar que tiene mil dólares ahorrados, alega: "por favor, no puedo pagar más, es todo lo que tengo, puede que no tengas con quién ir (son entradas para dos personas), o que no seas un gran admirador de él como yo, ¿por qué no ganar un dinerito extra?... y darle la posibilidad a un enorme fan del rey".
Sentimental y frágil, Michael Jackson le hubiera dado su propia entrada, pero ya los negocios van sin él.
Por: ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu
Fuente: Gramma Digital
Sin embargo, los intereses de transmisión en vivo de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos, el negocio con las entradas revendidas en Internet, el anuncio lanzado en fanfarrias de que será el funeral más visto en la historia, junto a la especulación relacionada con las grandes estrellas que pueden figurar allí, y por lo tanto, ¡hay que estar!, o al menos, ¡verlo en tv!, hacen pensar en un show.
Y pensarlo no porque se cante y se baile en este espectáculo de noventa minutos dirigido por el productor de los últimos premios Grammy, que está muy bien despedir al rey Michael con su música y con la actuación de todos aquellos que lo quisieron, sino porque tras la muerte del cantante, junto al pesar de sus millones de admiradores en el mundo, se disparó el gran negocio Michael Jackson en el que, como indican las buenas reglas de la oferta y la demanda, todo se vale, desde las producciones aceleradas de su discografía, autorizadas o piratas ––que ya baten récords–– hasta las ventas espurias de conversaciones suyas grabadas por teléfono y otras intimidades.
A solo unos días del fallecimiento de Jackson, muchas páginas informativas del mundo suelen relacionarlo más con el dinero —su herencia, sus negocios, disputas familiares, deudas y beneficios,— que con el valor artístico de su obra.
De entre las 17 500 personas que podrán asistir hoy al espectáculo fúnebre del Staple Center, con retransmisión en el Nokia Theater, la familia Jackson decidió regalar 8 750 entradas a los admiradores del cantante mediante un sorteo que tuvo lugar en Internet, y al cual se presentaron más de un millón de aspirantes.
Sobraron las alegrías, pero no faltaron ganadores en poner en venta sus entradas a precios que han llegado hasta los 10 000 dólares, algunos sin justificar tales especulaciones con los sentimientos, o dándolas como algo muy natural dentro del sistema; otros dejando ver "que la vida está muy dura y Michael comprendería", y por supuesto, están los que aseguran en esas páginas de Internet que por nada del mundo se perderían la oportunidad de darle un último adiós al ídolo y, además, ver reunidas a las estrellas del espectáculo que lo acompañarán.
Hubo también llamados desesperados a la conciencia de los revendedores para que "aflojen", como los de un joven que, tras confesar que tiene mil dólares ahorrados, alega: "por favor, no puedo pagar más, es todo lo que tengo, puede que no tengas con quién ir (son entradas para dos personas), o que no seas un gran admirador de él como yo, ¿por qué no ganar un dinerito extra?... y darle la posibilidad a un enorme fan del rey".
Sentimental y frágil, Michael Jackson le hubiera dado su propia entrada, pero ya los negocios van sin él.
Por: ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu
Fuente: Gramma Digital