Lilís se convirtió en tirano al sentarse en la palaciega poltrona. Ulises Heureaux Level o Lebert (Lilís). Combatió en la guerra de la Restauración y en la guerra de Los Seis Años. Pero se convirtió en tirano al sentarse en la palaciega poltrona; porque cosa cierta parece ser que esa alfilerada silla, daña a los hombres buenos que en ella se “aculotan”. Del puertoplateño que a Gregorio Luperón llamaba “papá”, son muchas las cosas que se cuentan.
Evoquemos enseguida a don Américo Lugo, quien manifestó: “Ulises Heureaux: Cuerpo de hierro, carácter de acero, alma de bronce, conciencia plutónica, espíritu plutoniano, verbo parabó1ico, voluntad soberana, dominadora de hombres, pueblos y acontecimientos, de esos que empujan el carro del mundo y se imprimen indeleblemente en el libro de la historia”. Se cuenta que con la tricolor banda ya terciada, se dejó caer Lilís por Dajabón para saludar unas amistades que tenía en Juana Méndez, cuando se le acercó un muchachote llamado Espaminonda, pero que le decían “Paminondá”. Diciéndole a Lilís: “Presidente, yo quieo quiuté me lleve pala capital”.
A lo que Lilís siempre humilde y complaciente, inquirió: “¿Y para qué mi hijo?” A lo cual respondió el sepia muchachazo: “Oh, presidente! Porque yo quieo ser padre”. Lilís siempre cordial, lo aconsejó así: “Pero mi hijo, un muchachote tan grandote, joven y sano como tú, puede ser padre aquí mismo, sin tener que ir a la capital. Búscate una muchacha buena y trabajadora de por aquí y tú tendrás muchos hijos Y te convertirás en un buen padre de familia”.
Aquí le respondió Espaminonda. Le respondió a Lilís. “No presidente, es padre-cura que yo quiero ser”. Y en esta ocasión Li1ís le dio el consejo final: “Ay, Espaminonda, los que como tú y como yo hemos salido del horno bastante quemaditos, no podemos ser padre-curas. Porque para ser eso, hay que estudiar un idioma que se llama el latín. Y si gente como tú y como yo estudiamos eso, paramos en locos y no tenemos buen fin”.
Ahora evoquemos a un político amigo de Lilís, que perdía el sueño maliciando cómo llegaría él a lograr un empleo de interventor de las aduanas de la capital. Este politicastro era un sujeto ostentoso y muy dado a hacer regalos y celebrar bachatas y jaranas, propias de los “jorocones”.
Cuando este hombre aspiraba con más vehemencia, al ya nombrado o mejor dicho al ya requete soñado cargo, comenzó a dar muestras de su generosidad y de su prodigalidad.
Todo en una forma tan abierta que Lilís se enteró.
Entonces el hombre le marchó decididamente a Lilís por el cargo soñado.
A lo cual el Maquiavelo de Puerto Plata que también aquí fue el coloso de la bravura, le dijo: “No mi amigo, yo a usted no lo puedo hacer interventor del las aduanas de la capital, porque usted parece de defecto muy grave: Usted hace gritar mucho la gallina al desplumarla”.
Por: JOSÉ A. NÚÑEZ FERNÁNDEZ.
Fuente: www.hoy.com.do