Los procesos electorales suelen decidirse en días, horas y hasta instantes mediante frases, gestos o acciones puntuales, de errores o aciertos de sus protagonistas, sin que falten hechos o circunstancias contingentes determinantes de sus resultados.
Los debates televisivos Kennedy vs. Nixon, días antes de las elecciones norteamericanas de los 60, determinó el triunfo de aquél, quien aprovechó sus atributos telegénicos para proyectar su buena imagen en coincidencia con el advenimiento masivo de la televisión y los titubeos de su adversario.
La reacción del gobierno español frente a los atentados contra trenes en Madrid durante las elecciones del 2004, así como el hecho mismo, determinaron que el PSOE volteara los pronósticos de las encuestas levantadas días antes de las elecciones.
Predomina la percepción que Bosch ganó las elecciones de 1962 luego de su debate con el sacerdote Láutico García días antes de los comicios, que concluyó con la admisión de éste del enfoque socio-político de aquél para mejorar las condiciones de vida de la población, mientras su contrincante reducía su propuesta al antitrujillismo recurriendo a la figura del látigo en sus manos para combatirla.
El llamado a concurrir a las urnas con piedras por Bosch, días antes de las elecciones de 1966, mientras Balaguer enarbolaba la revolución sin sangre y la paz, revivió los temores del resurgimiento fratricida agotado el año precedente, resultó determinante para su derrota.
La audiencia de Balaguer a Leonel Fernández en el Palacio Nacional durante la campaña electoral de 1996, un día después de abstenerse de asistir al mitin de proclamación del candidato del PRSC, fue suficiente para iniciar conjeturas que determinaron que el PLD pasara a la segunda vuelta para finalmente asirse con el poder en contra de las predicciones de entonces.
El presente escenario electoral no escapa a la presentación de situaciones similares, siendo incluso más propicio: Problemas nacionales e internacionales muy complejos lo rodean, sin que las opciones dominantes proyecten suficiente y convincente capacidad para resolverlos. El intenso proselitismo partidario, actuando como si las elecciones fueran mañana, no encuentra eco en una población que, según la reciente encuesta Gallup-Hoy, ni siquiera ha pensado seriamente en las elecciones y parte de los decididos está dispuesta a cambiar el voto de surgir mejores opciones; Las discrepancias partido-candidato y candidato-gobierno abren brechas de filtración para el permear de nuevas posibilidades.
Hay pues tiempo, y espacio, para una nueva propuesta electoral llamada a ser preferentemente llenada por el PRSC; que solo así cumpliría su compromiso con la dominicanidad concebida por los fundadores de la República, debidamente plasmada y transmitida por su liderazgo fundacional a través de ejecutorias incuestionables.
Por: GUILLERMO CARAM.
Fuente: www.hoy.com.do