Hatuey De Camps un 'cacique' con 50 años en la política

Listin Diario.com.- CAMBIÓ AL BUEY POR EL TORO, PERO SU LUCHA SIGUE. HATUEY DE CAMPS, UNA DE LAS FIGURAS MÁS CONOCIDAS DEL PAÍS, SEGUIRÁ EN LA BÚSQUEDA DE LA PRIMERA MAGISTRATURA

Historia. A los 12 años comenzó una carrera política que lo ha llevado por la esfera universitaria y partidista. La Presidencia de la República es su meta.

Entrevista. Medina y De Camps conversaron sobre el PRD, el PRSD y la vida en la política local.

Profesional. De Camps puso la política delante de los estudios, pero eso no lo impidió ir a la UASD, la Sorbona y la Complutense.

Dejó por un tiempo la escuela primaria para dedicarse a la labor partidaria, y luego abandonó la Sorbona por el PRD.

Santo Domingo.- El Toro de Miura —porque es bravo como abeje’piedra— fue el mejor símbolo que pudo hallar Hatuey para su partido. Y aunque no ha sido negocio rentable haber cambiado al otrora “buey que más jala” por el torete negro de lidia, Hatuey no se entrega ni se da por vencido porque sólo la muerte lo retirará de la política y detendrá su carrera hacia el poder.

Nadie descarta que vuelva a su partido, el PRD, pero jamás con la actual dirección y menos en estas circunstancias.

Son 50 años ya en esa brega. Y tiene 62. Comenzó a los l2, con la llegada del Partido Revolucionario Dominicano, y recorrió un largo trecho desde simple militante en Cotuí, su pueblo, hasta presidente del partido. De ahí lo hicieron saltar hace seis años mediante artilugios y zancadillas para hacer posible un propósito reeleccionista contrario a sus principios.

Cacique al fin, formó otra tribu y la imagen del toro guapo que brama y echa humo por boca y oídos sustituyó al buey viejo y cansado que tantas glorias ha dejado en la historia perredeísta.

No es lo mismo, en términos de historia y militancia, pero en su propio partido no tiene los tormentos que le causaron muchos de sus propios compañeros ni el estrés que le provocó un padecimiento intestinal que por poco lo lleva a la tumba.

Los años y la incesante lucha política comienzan a marcar huellas en la imagen de Hatuey. Ya no es aquel muchacho delgado y apuesto a quien las chicas asediaban y cuya cercanía se disputaban, pero aún conserva su proverbial elegancia y galantería y su condición de “hombre de buen decir”. Como nunca antes, Hatuey luce unas libras de más y ya se le comienza a notar “la barriguita de los sesenta”. Es obvio que el gimnasio no está en su agenda. Lo que sí continúa encabezando la lista de sus prioridades políticas es la conquista del poder por la vía electoral. Sabe que su partido por sí solo no le garantiza el triunfo, pero aspira a una gran alianza nacional que lo catapulte.

Medio siglo de actividad política sin vacaciones ha hecho de Hatuey una de las figuras de mayor proyección nacional, y aunque nunca ha presentado su nombre al escrutinio electoral para una candidatura presidencial, en las pasadas elecciones fue candidato vicepresidencial por una tímida concertación de fuerzas minoritarias que lo relegó a un lejano cuarto lugar con menos del uno por ciento de los sufragios.
Esa boleta la encabezó el ingeniero Eduardo Estrella, un disidente santiagués del balaguerismo histórico que intentó infructuosamente de consolidar una cuarta vía electoral.

Su padre y el PRD. La muerte del dictador Trujillo, el 30 de mayo de 1961, trajo la primera alborada democrática en más de 30 años.

Treinta y seis días después de aquel acontecimiento, el 5 de julio, llegó la avanzada del PRD, fundado en La Habana en 1939. Miguel Ángel De Camps Cortés, violinista y productor arrocero en Angelina, Cotuí, fue de los primeros en enlistarse, atraído por la figura del profesor Juan Bosch.

Para organizar el partido, De Camps Cortés rentó una vieja casona en la carretera entre Cotuí-La Vega, “frente a la bomba de Cutié Soto”. La tarea de Hatuey y su hermano menor, Miguel Ángel, era abrir todos los días ese local, mañana y tarde, mientras su padre recorría llanos y montañas llevando el mensaje de Bosch y el PRD por todo Sánchez Ramírez.

Fue tal la dedicación de esa familia, que tanto Hatuey como Miguel Ángel abandonaron la escuela primaria Juan Sánchez Ramírez para dedicar todo el tiempo a la actividad partidaria; eran aún dos niños que ni siquiera habían entrado a la adolescencia. No sólo se ocupaban de abrir y cerrar el local perredeísta, sino que en apenas unos meses inscribieron a más de 13 mil militantes.

Las elecciones de 1962 fueron las primeras que se celebraron en el país tras el retorno de la democracia. El PRD ganó esa consulta con abultada mayoría venciendo a la Unión Cívica Nacional, que postuló al luchador antitrujillista Viriato Fiallo. En la provincia Sánchez Ramírez el triunfo perredeísta fue apabullante.

La UCN sólo sacó un regidor, el doctor Manuel Agramonte Polanco, conocido como “Machanito”, un político de mil batallas que aún anda por ahí dando carpeta y quien poco antes del Golpe de Estado del 63 se cambió al PRD y luego al Reformista, donde permanece. En esos comicios el papá de Hatuey fue elegido diputado. Murió hace 11 años. Su hijo era presidente del PRD. Conservaba su militancia de 40 años.

Una vida en el partido blanco Siendo su padre diputado, Hatuey y el resto de la familia vino a vivir a Santo Domingo.

Poco después los guardias dieron el Golpe de Estado, el 25 de septiembre del 63.
No había cumplido aún los 15 cuando formó el Frente Revolucionario Estudiantil Nacionalista (FREN) en el liceo Paraguay, y luego pasó al Juan Pablo Duarte.

Transcurrían los años aciagos del período 63-65. El país era gobernado por el Triunvirato que sustituyó a Bosch en el poder.

Los principales líderes de la época se hallaban en el exilio, y aquí se vivían momentos de mucha tensión y constantes rumores sobre conspiraciones y asonadas cuartelarias.

Un naciente balaguerismo competía con el PRD por la principalía oposicionista y los militares se dividían entre quienes mantenían una fementida lealtad al régimen de facto, otros que se adherían a la constitucionalidad que encarnaba el PRD y un tercer grupo seguía el neotrujillismo que simbolizaba Balaguer, exiliado en Nueva York.

Es este el escenario en el que comienza el liderazgo juvenil de Hatuey De Camps, quien despuntaba como el principal dirigente escolar del PRD y se encaminaba a la dirección nacional de ese partido al frente de la Juventud Revolucionaria Dominicana, JRD.

La guerra patria del 65 encuentra a Hatuey en la resistencia armada, y aunque su juventud de entonces no le permitió el protagonismo deseado, estuvo todo el tiempo en la lucha por el retorno a la constitucionalidad del 63, es decir, por el retorno al poder de Bosch.

Su padre encabezó el “comando de los diputados”, que operó en el hotel Comercial. Participó en la ocupación de La Voz Dominicana y en otras acciones armadas.

Con la derrota electoral del año l966 y la consecuente llegada al poder del doctor Balaguer, los principales dirigentes del PRD salen del país o voluntariamente para proteger su integridad o acosados por la represión política brutal que se iniciaba tras la Revolución y que mandó a muchos de ellos al exilio. Ese grupo lo encabezó el propio profesor Juan Bosch, quien inició un prolongado recorrido que lo llevó por varios países de la Europa Oriental y posteriormente se radicó por casi dos años en la playa de Benidorm, en España, período en el que aprovechó para escribir la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, que generó una extraordinaria controversia en el país.

En tanto, Hatuey estaba junto a Peña Gómez, Rafael Alburquerque, Rafa Gamundy Cordero, Casimiro Castro y Jottin Cury, entre otros pocos que permanecieron fieles al partido en medio de aquella brutal represión política. En el período inmediatamente posterior a la revuelta del 65 Hatuey encabezó la lucha estudiantil en demanda del aumento presupuestario de la Autónoma. La consigna de “medio millón para la UASD” costó la vida a casi una decena de estudiantes, entre ellos la estudiante de término de Ingeniería Sagrario Ercira Díaz Santiago, quien recibió un disparo en la cabeza en medio de un cerco policial al campus. Aquella lucha catapultó a Hatuey a un liderazgo nacional en su partido y sin duda que transformó el estilo del liderazgo universitario y prestigió la Federación de Estudiantes Dominicanos.

En medio de aquella vorágine política y aprovechando la ausencia del país del profesor Bosch se produjo un acercamiento del PRD hacia los grupos de la izquierda radical. El propósito —lo admite Hatuey ahora, casi 40 años después— era tumbar violentamente el gobierno de Balaguer. Esos planes fracasaron, pero algunos radicales izquierdistas aprovecharon la brecha para enquistarse en el PRD con sus planes violentos. El profesor Bosch llegó en el 71 y de inmediato se percató de que su partido estaba infiltrado por elementos radicales. Inició un proceso que llamó “quitarle las garrapatas al buey” a través de una purga que arrasó con más de 50 dirigentes y militantes en todo el país.

Aquella campaña de “desgarrapatización” trajo como consecuencia los primeros síntomas de una división que se veía venir y que estallaría apenas dos años después, hallándose Hatuey estudiando en París, Francia.

La separación del PRD. Estaba Hatuey junto a dos amigos dominicanos desayunando en un café de París cuando Lil Despradel le informa sobre la renuncia del profesor Bosch del PRD. Horas después estaba de regreso, dejando los estudios de Economía a medio talle. De inmediato visitó al profesor Bosch, a quien fue a ver con el pretexto de entregarle unos libros que un amigo común le había enviado desde Francia.

“Yo no podía seguir soportando por más tiempo a Peña y a Casimiro. Eso ya era imposible”, le dijo Bosch a Hatuey para reafirmarle que su decisión era irreversible y que si lo deseaba él, Hatuey, tenía espacio en su nuevo partido, el PLD. “Me quedo en el PRD”, le dijo Hatuey y se despidió para siempre de su viejo líder.

La tarea de reorganizar el PRD tras la salida del líder fue muy costosa para Hatuey y el resto de dirigentes que se quedaron junto a Peña Gómez. Casi de inmediato el PRD se alistó para una refriega electoral a base de lágrimas, sudor y sangre. La vieja alianza con la izquierda que le costó la “desgarrapatización” se presentó nuevamente, pero esta vez dentro del escenario electoral. La política de abstención electoral impuesta por Bosch quedó atrás en 1974, y el PRD se preparó para encabezar el llamado Acuerdo de Santiago, junto al Movimiento Popular Dominicano, de extrema izquierda, el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) de centro-izquierda, y el Partido Quisqueyano Demócrata, de centro-derecha. Con el hacendado Antonio Guzmán encabezando la boleta, esa alianza movilizó a veintenas de miles de ciudadanos en todo el país provocando una aceptación nacional que puso en jaque la reelección de Balaguer. La represión generalizada y los militares en abierta campaña balaguerista, forzó una abstención opositora y Balaguer ganó fácilmente.

A partir de entonces, y tras una prolongada crisis que se extendió por los tres meses subsiguientes, Hatuey desempeñaría roles estelares recomponiendo jugadas políticas para preparar a su partido para la toma del poder en los comicios de 1978. En el ínterin, propuso la pre-candidatura de Salvador Jorge Blanco, un jurista santiaguiés que había abjurado de su partido en el momento de la crisis con la salida de Bosch. Para en tonces Jorge Blanco era secretario general del PRD en Santiago y renunció junto a Bosch aunque no le acompañó en la formación del PLD.

Hatuey lo rehabilitó políticamente, y aunque perdió la candidatura en la Novena Convención de 1977, lo colocó en posición de negociar la presidencia del partido y la senaduría del Distrito Nacional, dejándolo en posición ventajosa para obtener la nominación en 1982, tal como ocurrió. En ambos casos, tanto con don Antonio y mucho más con Salvador, Hatuey fue artífice en ambos triunfos electorales.

Más adelante, Jacobo fue presidente por 40 días, tras la muerte trágica de Guzmán.
Luego vino Salvador, y, 14 años después, Hipólito Mejía.

Hatuey ayudó a cuatro perredeístas a llegar al poder. Pero a uno de ellos lo hizo casi al mano, como pieza de orfebrería.

Luego de la derrota del 86 con el consecuente retorno de Balaguer al poder, Hatuey se mantuvo firme en el PRD, incluso cuando Peña Gómez y Jacobo Majluta convinieron en dejar el partido en latencia formando cada uno de ellos su propia organización —Peña el Bloque Institucional Soicialdemócrata, y Jacobo el Partido Revolucionario Independiente. “Ni BIS ni PRI… el PRD es nuestro partido”.

Muy pocos le acompañaron en esa decisión, pero a fin de cuentas Hatuey esperó el retorno de Peña cuando en el 1990 una decisión de la Junta Central Electoral le dio ganancia de causa en la litis que tenía con Jacobo por la simbología del partido.

Luego estuvo con Peña mientras aspiró a la candidatura presidencial, pero con la muerte del líder en el 1998 consideró que había llegado el momento de ser el candidato de su partido.

Esa aspiración le provocó todas las malquerencias imaginables de gente que también quería ser candidato. Para las elecciones del 2000 retiró su candidatura para dar paso a Hipólito Mejía ante su innegable popularidad. Para darle aquel apoyo puso una sola condición a Hipólito, en presencia de Peggy Cabral y de doña Rosa Gómez, la esposa de Hipólito: que le garantizara que no buscaría la reelección en el 2004.

Pero Hipólito no sólo incumplió esa promesa, sino que se aprovechó del poder para agenciarse todos los legalismos posibles ante la Junta para sacarlo de la presidencia del PRD. De ahí a sacarlo del partido, quedaba sólo un paso… Un paso que dio Hatuey “voluntariamente”.

Y formó el Partido Revolucionario Social Demócrata, el del toro de Miura… que brama y echa humo por la boca. Pero no saca votos. Es por eso que pocos dudan que Hatuey retorne a su partido, al que ayudó a hacer, por el que tanto se sacrificó, por el que entregó su juventud, sus mejores años… el partido de sus sueños.

¿Es justo que unos recién llegados —por mucho poder que hayan acumulado— lo hayan echado de su PRD, después de esos 50 años? ¡La respuesta parece muy simple!

Lazo familiar con Juan Bosch. Pocos en el país conocen de un parentesco familiar entre Juan Bosch y Hatuey Decamps.

Igual se ignora que fue una tía abuela de Hatuey quien alfabetizó a don Juan y que los padres de Bosch y los abuelos de Hatuey provienen de dos pueblitos cercanos en Cataluña, España, y que se trataron como familia mientras fueron vecinos en La Vega. Más aún, fue el abuelo de Hatuey, llamado Narciso De Camps Feliú, el padrino de la boda de don Pepe y doña Ángela, los padres de Bosch.

Esa es la razón por la que Hatuey y toda su familia fueron de los primeros perredeístas y se enrolaron en ese partido desde el mes de agosto de 1961, apenas días después de la llegada de Miolán, Silfa y Castillo. Ya a los l2 años Hatuey abría y cerraba el local del PRD en Cotuí, junto con su hermano Miguel Ángel, un año menor.

Su padre, Miguel Ángel De Camps Cortés, no conocía personalmente a Bosch, pero sabía por referencias del vínculo familiar con la familia Bosch Gaviño. Don Pepé, el padre de Bosch, llegó de Tortosa, vía Puerto Rico, donde conoció a Ángela Gaviño, mientras el padre de Hatuey llegó de Torraella, cerca de Gerona, ambos pueblos pertenecientes a Cataluña, y también vivió primero en Puerto Rico, donde conoció a Herminia Cortés Cintrón, con quien casó y trajo a vivir al país.

Herminia Cortés Cintrón, la abuela de Hatuey, y Ángela Gaviño, la madre de don Juan, eran primas y vivían en Juana Díaz, Ponce, la segunda ciudad más importante de Puerto Rico. De ahí el parentesco familiar entre Hatuey y Bosch, algo que hasta hace poco tiempo se ignoraba, según explica Hatuey, aunque el profesor Juan Bosch en varias ocasiones le comentó a Hatuey que conocía a sus abuelos y que había sido una tía abuela de De Camps, llamada Ana, quien lo alfabetizó.

Hatuey recuerda que a solicitud de su padre buscó en los archivos del Palacio Nacional, cuando era secretario de Estado en el gobierno de Jorge Blanco, y en la ficha de Juan Bosch pudo comprobar ese parentesco.

Bosch fundó el PRD en 1939, junto a otros dominicanos, en La Habana, Cuba. Pero abandonó ese partido en 1973, cuando aún era su presidente.
Fundó el Partido de la Liberación Dominicana.

Hatuey permaneció en el PRD, y estuvo en ese partido hasta hace seis años cuando renunció para formar el Partido Revolucionario Social Demócrata.

Músico sinfónico. El padre de Hatuey, Miguel Ángel De Camps Cortés, fue músico de la Orquesta Sinfónica Nacional. Tocaba el violín bajo la dirección del maestro español Casals Chappis. Hasta un día… De Camps no entendió los mandos del maestro Casals y en una rabieta rompió en mil pedazos el violín y no volvió a la orquesta. Su próximo paso fue comprarse unos mulos y convertirse en “recuero” arrocero en Cotuí.

El “recuero” es quien maneja una recua de animales de carga para transportar la producción desde las fincas a los centros de ventas. Si se trata de arroz, como era el caso del padre de Hatuey, el recuero compra el producto en la finca y lo traslada a los molinos a lomo de mulo. Obviamente, ese era el mecanismo de mediados del siglo pasado. El padre de Hatuey compró luego fincas arroceras en Angelina y se convirtió en un próspero productor arrocero.

De muchacho, Hatuey recuerda la condición de músico de su padre, pues aunque no volvió a la Sinfónica, jamás abandonó su violín.

Los amigos lo buscaban para dar serenatas. Recuerda que el doctor Armando Taveras, a quien todos conocían como don Nando, el único médico del pueblo, se enamoró perdidamente de la mujer más bonita de Cotuí, llamada Ana, y la conquistó a pesar de que era un hombre “poco agraciado”, dice Hatuey, a “serenatazo limpio”. Estuvieron casados hasta su muerte, hace poco tiempo.

La infancia de Hatuey en Cotuí no fue muy afortunada.

Desde antes de cumplir los 13 se vio involucrado en la política porque su padre lo encargó de abrir y cerrar el local del PRD y de inscribir a la gente que iba al partido en procura de afiliarse a la organización. Esa situación lo llevó a abandonar la escuela entre los l2 y los l3 años, algo que recuperó al inscribirse en la escuela República Argentina para terminar su educación básica.

Se hizo bachiller en filosofía y letras, pero su papá quería que estudiara ingeniería, y también se hizo bachiller en matemáticas. En esa condición ingresó a la Universidad Autónoma, pero estaba mucho más pendiente de la política que de los estudios.

Terminó la carrera universitaria y desarrolló un liderazgo estudiantil que hizo historia entre 1966 y 1970.

Posteriormente estudió en La Sorbona, de París, donde hizo una maestría en Ciencias Políticas, y en la Universidad Complutense estudió Filosofía.

Por: César Medina - 3/22/2009

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