Otra clase de valor

Mas yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Mateo 5:39.

-¿Tienes el valor de no pelear?, -preguntó Branco Rickey, presidente de los Dodgers de Brooklyn.

Sr. Rickey –contestó Jackie Robinson- ¿está usted buscando un hombre que tenga miedo de pelear cuando lo desafían?

-Busco un jugador de pelota –contestó el Sr. Rickey- que tenga suficiente valor para no pelear. Yo sé que tú eres un buen jugador. Pero no estoy seguro si eres capaz de jugar, no importa lo que pase. Necesitarás mucho valor para jugar en las grandes ligas siendo negro. A muchos no les va a gustar.

Cuando Jackie Robinson entró a jugar béisbol profesional en 1945, podía tomar parte únicamente en los campeonatos de los negros. Jugaba para los Monarcas de Kansas City, cuando Branco Rickey lo descubrió. Él se dio cuenta de que Jackie era el hombre que él andaba buscando para romper con el prejuicio que estorbaba el deporte favorito de los norteamericanos. Es más, este hombre debía tener el valor suficiente como para ignorar los desaires de sus compañeros.

Y Jackie tenía ese temple. El 11 de abril de 1947 firmó un contrato con los Dodgers de Brooklyn, y su nombre está registrado ahora en el Salón de la fama del béisbol. ¿Cómo pudo lograr ese mérito?

En su autobiografía, Breakthrougth to the Big League (Abriendo brecha en las grandes ligas), Jackie se refiere en muchas ocasiones al poder capacitador de Dios en su vida. También reconoce el mérito de las oraciones de su madre. Poco después de su nacimiento, la Sra. Robinson lo alzó en sus brazos, y mirando la pobreza que los rodeaba en su hogar de Georgia, dijo: “Bendito seas hijo, que has sobrevivido a todo esto; Dios tendrá sus ojos sobre ti”.

Muchas veces cuando las cosas parecían difíciles, Jackie sentía el ojo de Dios sobre él. Por la gracia de Dios, recibió poder para controlarse cuando quería devolver un golpe.

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