El escándalo que ha generado la enmienda al contrato de arrendamiento de los derechos mineros de la mina de oro, plata, cobre y cinc, de Pueblo Viejo, Cotuí, donde el Gobierno dominicano ha renunciado inexplicablemente a su 25% de participación en las utilidades netas para que la empresa minera Barrick Gold se quede con todo, ha puesto al Director Ejecutivo de la mina a tener que explicar, de manera arrogante, y pobremente convincente, lo que para la población es el acto más deshonesto que gobierno dominicano alguno haya hecho en términos mineros, y con graves consecuencias ambientales.
Y es que esta enmienda se ha concentrado fundamentalmente en el artículo 8 del contrato original suscrito entre el Estado y la empresa minera Plácer Dome, donde se establecía que la minera pagaría al Estado Dominicano un impuesto de Participación de Utilidades Netas (PUN) variable entre 5% y 25%, dependiente del precio de venta del oro menos un costo de producción de 275 dólares por onza, participación que siempre sería de 25% cuando el oro estuviese por encima de US$475/onza.
Pero hoy todo el país sabe que la Barrick Gold ha obligado a un arrodillado Estado Dominicano a una renegociación del contrato original, a fin de que la participación estatal del 25% de las utilidades netas sea llevada a cero mientras ellos no hayan obtenido una tasa interna de retorno (TIR) de un 10% y hasta haber recuperado los US$2,585 millones invertidos para desarrollar el proyecto, y a partir de ahí pagar un 28.75% como PUN, con lo cual el pobre pueblo dominicano dejaría de percibir unos 42,000 millones de pesos en los próximos 6 años, partiendo de los precios del oro al día de hoy.
La Barrick dice que luego de que haya recuperado su inversión y luego de que haya obtenido una tasa interna de retorno de un 10% el Estado va a recibir el 50% del flujo neto de efectivos generados por el proyecto, pero esas son palabras que sólo están contenidas en el preámbulo del contrato, y constituyen simples espejismos para crear falsas expectativas a los incautos, pues cuando la prensa ha preguntado a la Barrick sobre el período de recuperación del dinero invertido y el plazo para lograr una tasa interna de retorno del 10%, el Director Ejecutivo del proyecto ha respondido diciendo que nadie sabe cuándo será, porque todo va a depender de los precios futuros del oro. Y usted podría asumir que, tratándose de tanto dinero, eso podría ser nunca.
El país debe saber que cuando la Barrick Gold decidió voluntariamente comprar a la Plácer Dome, en el año 2006, el precio del oro estaba cerca de los 564 dólares por onza, y la Barrick entendía que con ese alto precio del oro, y aun pagándole al Estado el 25% de las utilidades netas, el proyecto de explotación del oro de Pueblo Viejo era altamente rentable, y decidió seguir adelante con el proyecto, bajo los términos que estaban contenidos en el contrato original del 2002, lo que indica que si el proyecto era rentable a US$564.00/onza, pues con mayor razón de ser rentable al precio de US$1,120.00/onza oro.
No hay que ser un genio de las matemáticas financieras para entender que si un proyecto aurífero se compró cuando el oro estaba a US$564.00/onza, con un costo de producción de US$275/onza, y ahora el oro vale US$1,120/onza, y el costo de producción sigue siendo US$275/onza, entonces ahora el proyecto vale tres veces lo que valía cuando fue comprado, pues al momento de la compra el beneficio bruto era de US$289/onza (564-275=289), mientras que ahora el beneficio bruto es de US$845/onza (1120-275=845).
Siendo así las cosas, es ridículo que nuestras autoridades mineras nos digan, de manera pública, que la eliminación del 25% que le correspondía al Estado como participación en las utilidades netas se ha hecho para garantizarle a la Barrick Gold la rentabilidad del proyecto, pues Barrick compró ese proyecto cuando el oro costaba la mitad de lo que cuesta hoy día y en ese momento sabía que a esos precios ese proyecto era altamente rentable, y quizás sea esa la razón por la cual esos mismos funcionarios mineros han rehuido debatir con nosotros el contenido del nuevo contrato, tal y como fue propuesto por el periodista Huchi Lora, y tal y como había sido aceptado por ellos en principio.
Lo que cambia sustancialmente para la nueva colonizadora minera Barrick, es que no es lo mismo pagarle al Estado el 25% de US$289/onza, es decir, US$72/onza, que pagarle al Estado el 25% de US$845/onza, equivalente a US$211/onza, y como la Barrick piensa producir en Pueblo Viejo un millón de onzas de oro anualmente, tendría que pagarle al Estado unos US$211 millones por año, y la Barrick entiende que ese dinero tiene mejor uso en sus cuentas bancarias que en la tesorería nacional, pues como el gobierno gasta cuantiosos recursos en el clientelismo político que le garantiza su permanencia en el poder, la Barrick entiende que es mejor repartir ese dinero entre sus accionistas y dejar al pueblo dominicano sin nada de nada.
Pero el señor Fernando Sánchez Albavera, peruano que firmó el contrato en nombre y en representación de la Barrick, ahora dice, de manera pública, rememorando a Adolf Hitler, que lo que se hizo fue una “purificación del contrato”, lo que indica que ellos son tan tontos que compraron un contrato impuro, y que la Placer Dome era tan tonta que firmó un contrato impuro. Y hay que ser muy payaso para decir semejante disparate, o ser doblemente payaso, y bruto, para creerlo.
El nuevo comendador peruano también ha dicho que de dónde sacaríamos nosotros los 3 mil millones de dólares para desarrollar el proyecto minero de Pueblo Viejo, y la respuesta sería que en los mismos bancos a los que ha acudido la Barrick, porque ese dinero no proviene de los activos líquidos de la Barrick, ni de la credibilidad financiera de la Barrick, sino que proviene de un financiamiento bancario sustentado en unas reservas de 22 millones de onzas de oro y 117 millones de onzas de plata, por tanto, lo que hace al proyecto financiable no es el nombre de la Barrick, sino las reservas de oro y plata.
Ese mismo personaje inquisidor minero ha dicho que en el mundo no hay ningún otro contrato minero similar al de Pueblo Viejo, y en eso si estamos de acuerdo con él, porque sólo una colonia minera como la República Dominicana acepta que le exploten sus riquezas de oro y plata a cambio de unos cuantos miserables empleos para barrenderos y serenos, porque todos los puestos importantes son para los extranjeros, y a cambio de que le entreguen una regalía de fundición de apenas un 3%.
También el principal funcionario de la radio televisora estatal ha dicho que en este escarceo al contrato de la Barrick lo que hay son intereses políticos, y sólo aquellos que disfrutan de los privilegios que brindan todos los partidos políticos y quienes disfrutan de los puestos políticos del gobierno de turno, como él, se atreven a defender una perversidad disfrazada de rentabilidad, lo que nos demuestra que los partidos políticos del sistema están en crisis, el gobierno está en crisis y el país está en crisis.
Mucha gente ha preguntado porqué los partidos políticos no han dicho nada frente a esta barbaridad minera, económica y ambiental propiciada por la Barrick y aceptada y firmada por el Gobernador del Banco Central, por el Ministro de Hacienda, por el ministro de Industria y Comercio y por el Director de la antigua Rosario, y la respuesta es que en la República Dominicana no hay partidos políticos de oposición, sino tres partidos políticos que se han puesto de acuerdo para enajenar los recursos naturales y las empresas estatales de la nación. Unos son culpables por acción y otros por omisión.
Con la antigua explotación minera de Pueblo Viejo el medio ambiente ha sido el más perjudicado y con la nueva explotación de la Barrick va a seguir siendo el más perjudicado, porque todo el pasivo ambiental externo a la mina sigue siendo responsabilidad de un Estado que no invierte un solo centavo en remediar daños ambientales, y al parecer en lo que respecta al medio ambiente no era necesario que la Barrick “purificara el contrato”, como dice Sánchez Albavera.
Lo cierto es que estamos frente a un nuevo esquema de colonialismo minero salvaje, donde esta empresa minera, que ya ha confrontado múltiples problemas en Suramérica, ha recorrido en reversa el enigmático túnel del tiempo y ha creído llegar a las indias occidentales, en el año 1492, donde un nutrido grupo de indígenas que utilizan placas oficiales les han recibido con los brazos abiertos y se presentan ante ellos en una sagrada peregrinación que termina en una miserable y penosa genuflexión, donde entregaremos el oro, y recibiremos espejitos, para vernos la linda cara de “pendejitos”.
Por: R. Osiris de R. León
Y es que esta enmienda se ha concentrado fundamentalmente en el artículo 8 del contrato original suscrito entre el Estado y la empresa minera Plácer Dome, donde se establecía que la minera pagaría al Estado Dominicano un impuesto de Participación de Utilidades Netas (PUN) variable entre 5% y 25%, dependiente del precio de venta del oro menos un costo de producción de 275 dólares por onza, participación que siempre sería de 25% cuando el oro estuviese por encima de US$475/onza.
Pero hoy todo el país sabe que la Barrick Gold ha obligado a un arrodillado Estado Dominicano a una renegociación del contrato original, a fin de que la participación estatal del 25% de las utilidades netas sea llevada a cero mientras ellos no hayan obtenido una tasa interna de retorno (TIR) de un 10% y hasta haber recuperado los US$2,585 millones invertidos para desarrollar el proyecto, y a partir de ahí pagar un 28.75% como PUN, con lo cual el pobre pueblo dominicano dejaría de percibir unos 42,000 millones de pesos en los próximos 6 años, partiendo de los precios del oro al día de hoy.
La Barrick dice que luego de que haya recuperado su inversión y luego de que haya obtenido una tasa interna de retorno de un 10% el Estado va a recibir el 50% del flujo neto de efectivos generados por el proyecto, pero esas son palabras que sólo están contenidas en el preámbulo del contrato, y constituyen simples espejismos para crear falsas expectativas a los incautos, pues cuando la prensa ha preguntado a la Barrick sobre el período de recuperación del dinero invertido y el plazo para lograr una tasa interna de retorno del 10%, el Director Ejecutivo del proyecto ha respondido diciendo que nadie sabe cuándo será, porque todo va a depender de los precios futuros del oro. Y usted podría asumir que, tratándose de tanto dinero, eso podría ser nunca.
El país debe saber que cuando la Barrick Gold decidió voluntariamente comprar a la Plácer Dome, en el año 2006, el precio del oro estaba cerca de los 564 dólares por onza, y la Barrick entendía que con ese alto precio del oro, y aun pagándole al Estado el 25% de las utilidades netas, el proyecto de explotación del oro de Pueblo Viejo era altamente rentable, y decidió seguir adelante con el proyecto, bajo los términos que estaban contenidos en el contrato original del 2002, lo que indica que si el proyecto era rentable a US$564.00/onza, pues con mayor razón de ser rentable al precio de US$1,120.00/onza oro.
No hay que ser un genio de las matemáticas financieras para entender que si un proyecto aurífero se compró cuando el oro estaba a US$564.00/onza, con un costo de producción de US$275/onza, y ahora el oro vale US$1,120/onza, y el costo de producción sigue siendo US$275/onza, entonces ahora el proyecto vale tres veces lo que valía cuando fue comprado, pues al momento de la compra el beneficio bruto era de US$289/onza (564-275=289), mientras que ahora el beneficio bruto es de US$845/onza (1120-275=845).
Siendo así las cosas, es ridículo que nuestras autoridades mineras nos digan, de manera pública, que la eliminación del 25% que le correspondía al Estado como participación en las utilidades netas se ha hecho para garantizarle a la Barrick Gold la rentabilidad del proyecto, pues Barrick compró ese proyecto cuando el oro costaba la mitad de lo que cuesta hoy día y en ese momento sabía que a esos precios ese proyecto era altamente rentable, y quizás sea esa la razón por la cual esos mismos funcionarios mineros han rehuido debatir con nosotros el contenido del nuevo contrato, tal y como fue propuesto por el periodista Huchi Lora, y tal y como había sido aceptado por ellos en principio.
Lo que cambia sustancialmente para la nueva colonizadora minera Barrick, es que no es lo mismo pagarle al Estado el 25% de US$289/onza, es decir, US$72/onza, que pagarle al Estado el 25% de US$845/onza, equivalente a US$211/onza, y como la Barrick piensa producir en Pueblo Viejo un millón de onzas de oro anualmente, tendría que pagarle al Estado unos US$211 millones por año, y la Barrick entiende que ese dinero tiene mejor uso en sus cuentas bancarias que en la tesorería nacional, pues como el gobierno gasta cuantiosos recursos en el clientelismo político que le garantiza su permanencia en el poder, la Barrick entiende que es mejor repartir ese dinero entre sus accionistas y dejar al pueblo dominicano sin nada de nada.
Pero el señor Fernando Sánchez Albavera, peruano que firmó el contrato en nombre y en representación de la Barrick, ahora dice, de manera pública, rememorando a Adolf Hitler, que lo que se hizo fue una “purificación del contrato”, lo que indica que ellos son tan tontos que compraron un contrato impuro, y que la Placer Dome era tan tonta que firmó un contrato impuro. Y hay que ser muy payaso para decir semejante disparate, o ser doblemente payaso, y bruto, para creerlo.
El nuevo comendador peruano también ha dicho que de dónde sacaríamos nosotros los 3 mil millones de dólares para desarrollar el proyecto minero de Pueblo Viejo, y la respuesta sería que en los mismos bancos a los que ha acudido la Barrick, porque ese dinero no proviene de los activos líquidos de la Barrick, ni de la credibilidad financiera de la Barrick, sino que proviene de un financiamiento bancario sustentado en unas reservas de 22 millones de onzas de oro y 117 millones de onzas de plata, por tanto, lo que hace al proyecto financiable no es el nombre de la Barrick, sino las reservas de oro y plata.
Ese mismo personaje inquisidor minero ha dicho que en el mundo no hay ningún otro contrato minero similar al de Pueblo Viejo, y en eso si estamos de acuerdo con él, porque sólo una colonia minera como la República Dominicana acepta que le exploten sus riquezas de oro y plata a cambio de unos cuantos miserables empleos para barrenderos y serenos, porque todos los puestos importantes son para los extranjeros, y a cambio de que le entreguen una regalía de fundición de apenas un 3%.
También el principal funcionario de la radio televisora estatal ha dicho que en este escarceo al contrato de la Barrick lo que hay son intereses políticos, y sólo aquellos que disfrutan de los privilegios que brindan todos los partidos políticos y quienes disfrutan de los puestos políticos del gobierno de turno, como él, se atreven a defender una perversidad disfrazada de rentabilidad, lo que nos demuestra que los partidos políticos del sistema están en crisis, el gobierno está en crisis y el país está en crisis.
Mucha gente ha preguntado porqué los partidos políticos no han dicho nada frente a esta barbaridad minera, económica y ambiental propiciada por la Barrick y aceptada y firmada por el Gobernador del Banco Central, por el Ministro de Hacienda, por el ministro de Industria y Comercio y por el Director de la antigua Rosario, y la respuesta es que en la República Dominicana no hay partidos políticos de oposición, sino tres partidos políticos que se han puesto de acuerdo para enajenar los recursos naturales y las empresas estatales de la nación. Unos son culpables por acción y otros por omisión.
Con la antigua explotación minera de Pueblo Viejo el medio ambiente ha sido el más perjudicado y con la nueva explotación de la Barrick va a seguir siendo el más perjudicado, porque todo el pasivo ambiental externo a la mina sigue siendo responsabilidad de un Estado que no invierte un solo centavo en remediar daños ambientales, y al parecer en lo que respecta al medio ambiente no era necesario que la Barrick “purificara el contrato”, como dice Sánchez Albavera.
Lo cierto es que estamos frente a un nuevo esquema de colonialismo minero salvaje, donde esta empresa minera, que ya ha confrontado múltiples problemas en Suramérica, ha recorrido en reversa el enigmático túnel del tiempo y ha creído llegar a las indias occidentales, en el año 1492, donde un nutrido grupo de indígenas que utilizan placas oficiales les han recibido con los brazos abiertos y se presentan ante ellos en una sagrada peregrinación que termina en una miserable y penosa genuflexión, donde entregaremos el oro, y recibiremos espejitos, para vernos la linda cara de “pendejitos”.
Por: R. Osiris de R. León