Manolo murió gigante, inolvidable

Manolo Tavárez no fue a las montañas ni engañado, ni chantajeado, ni extorsionado. Tampoco el líder de la Agrupación Política 14 de Junio, fue a las montañas a derrotar militarmente a las unidades de las Fuerzas Armadas, ni mucho menos a permanecer de manera indefinida en las estribaciones montañosas, ni a seguir el modelo del “foco guerrillero”.

Manolo comunicó a varias personas que se preocuparon por su destino, que iba a una empresa patriótica durante un período relativamente breve de tiempo, y que estaría a buen resguardo en una zona prácticamente impenetrable de la cordillera central, en espera de acontecimientos que se desencadenarían como consecuencia de la presencia armada del 14 de Junio, activando la mecha de un contragolpe constitucionalista en medio de las contradicciones políticas y la erosión del Triunvirato. Intentaba el 14 de Junio, favorecer el desarrollo de las acciones conspirativas, algunas de las cuales habían sido frustradas por el Triunvirato como el “contragolpe del 30 de octubre” y la “fórmula Casasnovas Garrido”.

Manolo tenía constancia de que se incrementaban las posibilidades de desplazamiento del gobierno de facto, a quien Washington se negaba a reconocer mientras alentaba el retorno a la constitucionalidad. La idea fue insertar al 14 de Junio en la vanguardia de la toma de decisiones que coadyuvaran al retorno a la constitucionalidad, privilegiado en ese caso por lo que Pipe Faxas llamaba “negociar con las armas en la mano”.

Incluso Manolo había hecho contacto con algunos oficiales del Ejército Nacional, entre ellos el capitán Miguel Ángel Calderón, quien le había garantizado que una vez conocida su presencia en las montañas, se manifestaría el descontento en los cuarteles, y él se sumaria a la lucha por el retorno a la constitucionalidad.

A este capitán Calderón no le alcanzaron los años de vida para llorar desconsoladamente la muerte de Polo Rodríguez, a manos de su propia patrulla en uno de los senderos mortecinos de las lomas de San José de Ocoa. La idea del alzamiento fue ajustada a las demandas y necesidades de la población que lucía indefensa ante las arbitrariedades del Golpe, y que requería del 14 de Junio una respuesta consecuente ante la desorganización e impotencia política del PRD en ese momento.

¿Qué falló entonces que todo terminó en tragedia? El asesinato del Presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963 cambió la correlación de fuerzas y obligaba a una modificación del plan insurreccional, tal y como se lo dijo el doctor Benjamín Ramos a Manolo, cuando le señaló en un documento para la historia, que quienes acababan de matar a Kennedy, estaban tomando el poder y la orientación de la política norteamericana en relación con América Latina y los Golpes de Estado, que reconocerían al Triunvirato, que desalentarían el retorno a la constitucionalidad y le restarían apoyos y fuerzas políticas al movimiento conspirativo en desmedro de la acción que se proponía el 14 de junio, lo cual aislaría la insurrección debilitando las reacciones esperadas.

Ya la insurrección había sido pospuesta en por lo menos tres ocasiones en el mismo mes de noviembre, había frustración en los militantes catorcistas, y además, tal y como se lo dijo Manolo a Benjamín, era casi imposible detener “el fenómeno”, horas antes del alzamiento, porque podría dividirse el partido, la organización entraría en confusión, algunos se alzarían por su cuenta, y solamente el cumplimiento de lo pactado garantizaba un papel honroso de su liderazgo y de sus objetivos de liberación. De todas maneras el alzamiento siguió el plan táctico aprobado y esperó el desencadenamiento de los sucesos a contrapelo de los cambios que se empezaron a operar en la política exterior norteamericana.

El reconocimiento diplomático del Triunvirato el 14 de diciembre de 1963, de parte de Estados Unidos y el descalabro de todos los frentes guerrilleros, salvo el que comandaba Manolo, colocaron al líder del 14 de junio ante una situación dolorosamente trágica.

No se produjo ningún movimiento de apoyo al retorno a la constitucionalidad generado por la presencia armada del 14 de Junio en las montañas mientras el Triunvirato obtenía definitivamente el apoyo norteamericano ante el “peligro comunista”, difundiendo la idea de que estaba al borde de ser derrocado por las guerrillas y de que requería el reconocimiento y restablecimiento de la ayuda militar norteamericana.

Los hechos ocurrieron en un contexto negativo, el pueblo entró en un reflujo significativo y la estructura urbana de apoyo fue incapaz de movilizar a las masas.

La táctica del 14 de junio había zozobrado

El azar (lo aleatorio, “el cisne negro”), impregnó un desenlace impropio a una empresa generosa y justa. Aprovechando el desconcierto, fuerzas nacionales y extranjeras determinaron que Manolo Tavárez no podía salir vivo de las montañas y tendieron una trampa: la oferta de garantizar su vida y las de sus compañeros, si se rendían, oferta que no tramitaron al mando militar de Manaclas.

Ellos, que no pudieron localizarlos en más de veinte días de campaña guerrillera, que tuvieron que cambiar los mandos de la persecución ante la inefectividad de los soldados, los fusilaron en “Alto de la Diferencia” el 21 de diciembre de 1963 a las seis de la tarde.

Manolo murió impotente pero no frustrado, no desengañado, murió gigante, plenamente consciente de que el riesgo de morir había que asumirlo con dignidad, dejando su ejemplo de líder revolucionario como legado e inspiración en las nuevas batallas por la libertad y la democracia.

Por Tony Raful - 12/22/2009

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