Esa es la historia. Los reformistas siempre ganan, es como decir, la corriente conservadora dominicana, siempre amarra su chiva con los gobiernos de turno, no importa quién este arriba, que sea neoliberal, socialdemócrata, derechista o de ideas intermedias como Leonel Fernández que dice creer en una sociedad de mercado, pero que en el fondo, actúa como un fiel seguidor del pragmatismo norteamericano.

Los reformistas siempre están arriba y ganan, en el gobierno y con la oposición y eso es lo que explica que en el proceso electoral venidero de mayo del 2010, los dos partidos mayoritarios, tanto el PLD como el PRD le hayan dado la oportunidad de conquistar el 30 % del gobierno dominicano, en las instancias congresual y municipal.

Pero no es un triunfo de los reformistas, es un triunfo del conservadurismo que prohijó Balaguer, con el cual, el presidente Fernández se siente eternamente agradecido como lo manifestó en la proclamación de los candidatos del PLD “por su apoyo en el 96”, un hecho que él reitera que no se puede “olvidar”, parece que lo que si se tiene que echar al túnel del olvido es el “fraude colosal” del 90 contra Juan Bosch.

A decir de las actuaciones de los lideres de nuestros partidos mayoritarios, el conservadurismo, aún hoy día, es un capital intangible en la estructura de poder de la sociedad dominicana y en función del poder político que les transfieren con las altas cuotas de postulantes a cargos electivos, en contra de las voluntades individuales de sus feligreses, aún hoy, perciben ésta corriente como un agregado de valor para la gobernabilidad.

¡Por dios! ¿Hasta cuándo vivirá Balaguer?

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