Un buen diletante

El presidente de la República es un hombre que habla con fluidez en los medios de comunicación y en las cumbres internacionales sobre economía, política, educación, filosofía, sociología, antropología, sicología, agricultura, planificación y desarrollo, periodismo, matemáticas, historia, derecho, ingeniería civil, electricidad, medio ambiente y recursos naturales, literatura, relaciones exteriores y globalización, entre otras cosas.


Las mejores y más prestigiosas universidades del país y el exterior deberían reconocerlo como uno de los mejores diletantes del mundo. Al César lo del César. No seamos mezquinos. Esa capacidad de abordar todos los problemas científicamente con aparente propiedad, pero en realidad con una superficialidad asombrosa, la tienen pocas personas en el planeta.

Ese manejo del lenguaje científico, esa forma de hablar mucho y no decir nada, me deja perplejo. Tal vez por esa razón es que ha sido sugerido para entrar a la Academia de la Lengua. Yo le doy mi voto de aprobación. Y voy más lejos: También lo haría miembro de todas las academias de ciencia y arte de la República.

Me fascina verlo en los foros internacionales como se maneja ante sus colegas presidentes, con ese verbo glamoroso, con esa zeta misteriosa que se confunde con la “ese” y con la “ce”, con ese porte de estadista ilustrado que le hace juego con los espejuelos y la corbata.

Yo “vivo” al presidente cuando en esos cónclaves internacionales habla sobre la Tercera Vía, sobre los Resultados del Milenio, sobre la Crisis Económica Mundial y el desplome de las economías de los países desarrollados, sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales y el calentamiento global, sobre política internacional, y educación, como lo acaba de hacer en Argentina. ¡Brillante!

Lo “vivo” (no lo mudo porque no puedo) cuando lo veo al lado de Fidel Castro y Barack Obama, de Hugo Chávez, de Venezuela, y Álvaro Uribe, de Colombia, del golpista hondureño Micheletti y del derrocado Zelaya, de los asesinos de Medio Oriente y los asesinados. ¡Eso es coherencia!

Nadie mejor que “mi presidente” para ocupar el cargo de secretario general de las Naciones Unidas. El mundo en sus manos estaría seguro. Este país le “queda chiquito”. Debió nacer en Estados Unidos donde seguro hoy fuera el presidente, no el tal Obama.

A “mi presidente”, el hombre del destino, no le preocupan los problemas de educación, salud, electricidad, violencia, seguridad ciudadana, narcotráfico, corrupción, etc., del país que por desgracia lo vio nacer. Esos “problemitas” que los enfrenten los ministros, que para eso están. “Mi presidente” se ocupa de cosas grandes, globales. El quiere la paz entre Israel y Palestina, entre Venezuela y Colombia, entre Estados Unidos y el resto del mundo. El es el mesías del mundo del siglo 21. El predestinado. Está escrito en las sagradas escrituras. El mundo no se puede perder el mejor y más distinguido diletante del mundo.

(Para que nadie me mal interprete los dejo con dos definiciones de la palabra diletante. El mata burros de la Real Academia de la Lengua dice que un diletante “es una persona que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional”. En Google: Persona “que práctica una ciencia o un arte sin tener capacidad, ni conocimientos suficientes”. Para ser más claro y no crean que estoy diciendo una cosa por otra: es alguien que va al cine, ve una película, y se cree crítico de cine. Lee una novela, un cuento, un ensayo o un poema, y habla como si fuera un crítico literario)

Por JUAN T H



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