Agripino, el "Grupo de Santiago" y el presidente de la República, Leonel Fernández, entre otros actores sociales, estuvieron muy ajetreados , intercambiando pareceres sobre los problemas de delincuencia , criminalidad y violencia que agobian a la sociedad dominicana en general y a la ciudad de Santiago en particular, que recientemente ha sido escenario de varios crímenes atroces.
Desde hace algunos años no pasa un día sin que se registren episodios de horror, de tal forma, que el horror se ha vuelto cotidiano y como muy bien señalan los siquiatras convocados por el Listín Diario en días pasados para analizar la situación, nos encontramos en un estado de paranoia, cuya fuente no es el simple capricho.
Tengo entendido que en los últimos 8 años han ocurrido unas 15 mil muertes violentas. Hay que consignar entre estas los asesinatos que con la anuencia del Presidente de la República y los aplausos de amplios sectores comete deliberadamente la policía, una organización corrompida y llena de criminales y delincuentes.
Como explicaron los siquiatras que hicieron su exposición en el Listín, de ser gente más abierta y amistosa nos hemos vuelto suspicaces, con resquemores hasta para orientar a una persona que ande perdida buscando una dirección. Será que no sabemos si el extraviado que pide auxilio es un banquero de comportamiento impredecible, escapado de Najayo.
Es una temeridad acudir en ayuda de un desconocido que parezca estar sufriendo un infarto en la calle. Hay numerosos reportes de personas que han sido asaltadas y agredidas en presencia de otras, sin que alguien intervenga, lo que, con todo lo que tiene de barbarie, resulta un poquitito más civilizado que participar en un linchamiento, lo que también ha ocurrido.
Mi mamá, que vive en un sector "tranquilo" , se pone las dos manos en la cabeza cuando estoy en Santiago y anuncio que iré caminando hasta la plaza, distante dos cuadras, a tomar café. Es como si anunciara que me voy para Puerto Rico en yola. Está así de aprensiva desde que le pusieron un cuchillo en el cuello para quitarle una cadenita.
Debe hacer más de una década que un periódico –no recuerdo cuál- hizo un reportaje sobre el auge extraordinario de los enrejados y las verjas en la arquitectura dominicana. Toda la gente que conozco en Santiago y Santo Domingo –hablo del 100 por ciento- puede contar por lo menos una historia (a veces dos, tres, cuatro, cinco o seis, siete...) en la que fue víctima de un atraco o algo peor.
El problema estaba de por más anunciado desde hace tiempo. Es complicado y serio y rebasa por mucho la capacidad y especialmente la voluntad de acción del gobierno. Una intervención social con impactos relevantes implicaría desde el definitivo abordaje de la siempre pendiente reforma de la policía y la definición de una política de control poblacional, hasta la implementación de nuevas estrategias económicas para una distribución más equitativa de las riquezas, el combate de la corrupción en la administración pública y una redefinición en la política del manejo de las drogas. Si el gobierno reduce el clientelismo y la corrupción y hace más eficiente el gasto público en inversiones de educación (mientras no se invierta en educación no se va para ninguna parte) y desarrollo, quizás pueda prescindir del comodín que es el tráfico de las drogas como flotador económico y auxiliar de la gobernabilidad.
Tal vez la violencia recrudecida, relacionada con las drogas, sea un indicador de las competencias mencionadas hace algún tiempo, por ocupar los vacios dejados por gente como Figueroa Agosto o Quirino y sus grupo. Si esa competencia está ocurriendo, probablemente hay grupos policiacos, militares, empresariales y políticos metidos en ella.
De Leonel Fernández se sabe exactamente qué esperar después de leer los cables de wikileaks, en los que el Presidente aparece como un pusilánime que teme confrontar la corrupción militar.
Viendo las medidas anunciadas para enfrentar la delincuencia – hasta el momento lo único concreto es la reprohibición del uso de celulares en las cárceles- y los sabios consejos del primer ejecutivo –vigilar con quien se juntan los hijos- y el desconcierto del mandatario que no se explica cómo La Justicia puede ser tan indulgente con los criminales, recordé una definición que vi en la página de un amigo de Facebook: "Hipócrita es el que te tira por las escaleras y luego te pregunta ¿Adónde vas tan de prisa?"
¿Se habrá preguntado alguna vez el conceptualoso Presidente si haber soltado todas las amarras de la corrupción como hizo él, -y eso no lo digo yo, lo dicen sus aliados gringos, según los cables de WikiLeaks- habrá tenido algún impacto multiplicador en la delincuencia flagrante de la República Dominicana?
¿El cerebro le dará para hacer la conexión entre la impunidad de los petulantes y ostentosos ladrones de su gobierno y la aspiración de convertirse en petulantes y ostentosos ladrones, de los jóvenes sin formación, sin adiestramiento productivo y sin futuro, que hay en el país?
¿Sabrá el iluminado Presidente cuáles son las preguntas que se caen de la mata? ¿Por qué no robarse la luz si Euclides no la paga? ¿Por qué hay que pagar impuestos si ninguno de los ladrones que están en el gobierno los pagan y si tampoco los pagan la iglesia, ni los empresarios e industriales que el gobierno privilegia? ¿Por qué hay que hacer la fila, si ninguno de los del partido en el gobierno la hacen? ¿Por qué hay que pararse en el semáforo, si ningún funcionario se para? ¿Para qué ser honestos, si ser un ladrón da tan buenos resultados?¿Por qué ser un insignificante ciudadano decente, si para ser un notable basta con comenzar a encaramarse encima de los demás y pisotearlos? ¿Por qué tener un carro chipi, si el diputado del PLD Julio César Horton tiene uno, exonerado, de medio millón de dólares? ¿Por qué respetar las vidas humanas si el gobierno y su brazo 'del orden', la policía, no las respeta? ¿Por qué trabajar en vez de ser una botella?
¿Habla el Presidente de las malas compañías y las malas influencias? ¿Ha echado alguna mirada a su alrededor para evaluar sus propias compañías? ¿Tiene alguna sospecha sobre la clase de compañía en la que se ha convertido él? ¿Qué tan buena compañía fueron los Del Tiempo? ¿Y por qué él no vigiló al príncipe desquiciado que por ser novio de su hija actuaba como si tuviera licencia para llevarse el mundo por delante en República Dominicana?
¿Que los policías cobran un peaje para dejar pasar los celulares a las cárceles? ¿No estarán imitando el modelo de los políticos exitosos en la administración pública que cobran un peaje para todo, por ejemplo, para permitir la instalación de empresas nacionales y extranjeras , sin que importen los intereses del país? ¿Recuerdan los wikileaks de Vanderhors y Felucho? ¿Alguien ha cuantificado lo que los funcionarios del gobierno les roban al país cada vez que, tras recibir los correspondientes sobornos, autorizan empresas que lesionan intereses colectivos y destruyen bienes públicos?
¿La reprohibición - es muy brillante la idea de prohibir lo que ya está prohibido- de celulares afectará a los banqueros ladrones, ex-mecenas del Presidente?
¿Ha reparado Leonel en cuál es el impacto que tiene entre los jóvenes ver al presidente de su país dilapidando el dinero público, malversándolo en las campañas y para comprar tránsfugas?
¿Se queja el Presidente de la presunta indulgencia de La Justicia hacia los delincuentes garrapatosos, idiotizados por la miseria? ¿Y la indulgencia del Presidente que anduvo macuteando penalidades benévolas para los ladrones del Baninter? ¿Y la indulgencia del Presidente que se puso a cabildear favores para la cónsul Teonilde Casado, acusada de tráfico de personas? ¿Y la indulgencia del Presidente que tiene una bochornosa horda de delincuentes nombrados en funciones consulares y diplomáticas? ¿Y la indulgencia del Presidente hacia sus ministros corruptos? ¿Y la indulgencia que el Presidente se dispensa a sí mismo? Y, sobre, todo ¿Y la indulgencia del país hacia el Presidente y su camarilla?
¿Por la cabeza de este intelectual preclaro, habrá pasado alguna vez la idea de que puede haber una relación entre el envilecimiento político y el envilecimiento social?
¿Sabrá que nada de lo que disponga un presidente, o quien sea, para enfrentar la delincuencia tendrá ninguna efectividad mientras en nuestro país ser un ladrón tenga tanto prestigio y tanta impunidad?
Por: SARA PÉREZ.
Fuente: http://www.acento.com.do/index.php/blog/1692/78/La-violencia.htm