Le pedí una peseta, no explicaciones

Corrían los años ’70 en mi distante y semi árido pueblo de Navarrete, cuando una calurosa tarde, Tato, el efectivo y servicial zapatero tradicional del pueblo, quien sólo se alimentaba de alcohol y pica pica, estando sentado bajo la sombra de aquel inmenso Samán, vio pasar frente a su zapatería, ubicada en la Av. Duarte, frente al club recreativo, a su eterno amigo, y compañero de bebidas, Chilo, y de inmediato le giró con su voz siempre fañosa y estropajosa y le dijo: Chilo, deme una peseta, y Chilo, entrando una mano en su bolsillo derecho, rebuscó en vano, y al no encontrar nada le respondió: Mira Tato, yo tenía una peseta, pero ahora mismo me pare ahí en la esquina de Quiribí y me tomé una boruga, pero yo te voy a……a lo que Tato, borracho, pero no bruto, inteligentemente le interrumpió y le dijo: oiga Chilo, váyase, váyase, que yo le pedí una peseta, no explicaciones.

Así estamos hoy en la República Dominicana, pues cuando el pueblo pide el dinero del 4% de la educación, el gobierno y sus voceros dicen que Leonel es el presidente que más dinero ha entregado a la educación, pero no dicen que Leonel es el presidente que más dinero ha manejo como presupuesto general de la nación, y que en términos porcentuales este gobierno ha estado asignando apenas el 1.8% del PIB a la educación, y se ha quedado con el 2.2% para derroche politiquero. El presidente no nos da el dinero que dice la Ley General de Educación, 66-97, pero nos da explicaciones.

El pueblo le ha pedido reiteradamente al presidente de la República que revise el contrato de explotación de oro, plata, cobre y cinc de la Barrick Gold, ya que los beneficios que le corresponden al pueblo dominicano, este gobierno se los ha regalado a la Barrick Gold, y ahora que el oro está casi en 2,000 dólares la onza troy, y sigue subiendo, se impone urgentemente la revisión de ese contrato para que el pueblo reciba anualmente cerca de mil millones de dólares para educación, salud y medio ambiente, y la explicación que nos da el presidente es que ese contrato no se puede revisar porque atenta contra la seguridad jurídica de los inversionistas, aunque ese contrato atenta contra la seguridad educativa y ambiental de un pueblo pobre. La Barrick no nos va a dar el dinero, pero el gobierno nos va a dar explicaciones.

Los capitalinos le han pedido al presidente de la República que construya un alcantarillado sanitario que garantice la correcta disposición y tratamiento de las aguas negras de nuestros hogares, para que dejemos de cepillarnos y de bañarnos con las mismas aguas que descargamos de nuestros inodoros, y la explicación de siempre es que eso cuesta mucho dinero y que el gobierno no tiene ese dinero. No nos dan el dinero, pero nos dan explicaciones.

Le hemos pedido una y otra vez al presidente de la República que destine 30 millones de dólares a la exploración petrolera en la cuenca de Azua-bahía de Ocoa, para calcular las reservas petroleras explotables y comenzar de inmediato la explotación de ese petróleo para beneficio de todo el país, y la explicación que siempre nos da el presidente es que no hay dinero para esos fines; pero hay 3,000 millones de dólares para dispendiarlos en un metro que sólo monta menos de 15,000 pasajeros al día y no ha resuelto los graves problemas del transporte urbano, ni siquiera en el centro de la Capital. El gobierno no nos da el dinero, pero nos da explicaciones.

Se le pide al presidente de la República que invierta recursos económicos en el financiamiento de micro empresas en los barrios marginados, como forma de reducir la delincuencia que se incrementa por la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, y la explicación que nos da el presidente es que el crecimiento de la delincuencia es una falsa percepción de la población. El gobierno no nos da el dinero, pero nos da explicaciones.

Y ante tan vanas explicaciones es preciso que el pueblo le diga al presidente de la República lo mismo que Tato le dijo a Chilo: váyase, váyase, que yo le pedí una peseta, no explicaciones.

Por: R. Osiris de León.

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