“Mad Men” es el rey de los dramas en EEUU

Los Ángeles, EFE.- Calificaron su idea de tontería y le dijeron que no sabía nada de televisión, pero el tiempo terminó por darle la razón a Matthew Weiner, quien ha visto cómo su exitosa serie “Mad Men” impone su estilo dentro y fuera de la pequeña pantalla.

El programa es el rey absoluto de los dramas televisivos en EE.UU. desde su debut en 2007 y se ha vendido a 142 países gracias a unos personajes humanos y unas tramas que, como los buenos guisos, se cocinan a fuego lento.

“Mad Men” se encuentra ahora mismo en fase de producción de su quinta temporada que se podrá ver en 2012, un tiempo de espera que desde el pasado jueves empezó a llenar el canal Sundance Channel España con la emisión semanal de un capítulo de la serie desde su comienzo.

“Una de las razones por las que nadie quería hacer el programa es porque pensaban que nunca se vendería fuera de EE. UU.”, recordó Weiner en una entrevista con Efe celebrada en el cuartel general de “Mad Men” en Hollywood, entre botellas de licor y muebles “vintage” que recuerdan a las oficinas de la agencia de publicidad de la serie Sterling Cooper.

“Ahora está en todas partes y es popular”, comentó Weiner, quien no deja de sorprenderse por lo bien que ha funcionado su proyecto y la aparición de otras producciones que tratan de aprovechar el camino abierto por “Mad Men” y su evocación de la elegancia de los años 60, como “Pan Am” o el defenestrado “The Playboy Club”.

“Me siento tremendamente reivindicado. Esto es un placer para mí porque toda la gente que está haciendo esos programas rechazaron el mío. Me dijeron que nunca funcionaría, que era una tontería, que no entendía la televisión. Ver ahora cómo se suben al carro me hace sentir que admiten que yo tenía razón”, explicó sonriente Weiner.

El caso es que a primera vista “Mad Men” puede parecer un drama de época difícil de digerir que protagonizan unos machistas hombres de negocios, repeinados, fumadores, de traje y corbata, infieles y rodeados de mujeres que les hacen de comparsa, pero detrás de las apariencias hay un drama silencioso que relata un cambio social.
Fernando Mexía | EFE

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