Durante décadas, los partidos minoritarios dominicanos han hecho esfuerzos extraordinarios para atraerse las simpatías de un pueblo dominicano deseoso de progresar, deseoso de crecer económicamente y deseoso de mejorar sus condiciones de vida.
Muchas han sido las propuestas políticas formuladas en todas las épocas por grupos emergentes de todas las ideologías, tanto de la derecha, como del centro y de las izquierdas, pero todas se han quedado siempre con menos de un dos por ciento del total de votos válidos emitidos, mientras en otros paises del continente, con situaciones sociales, políticas y económicas muy similares a las dominicanas, los grupos emergentes han logrado en pocos meses rotundos éxitos electorales, y ello invita a realizar una tomografía de las aptitudes, las actitudes y los discursos de los dirigentes emergentes, del contenido de las propuestas y de la conducta de los ciudadanos votantes.
El primer factor limitante es que quienes encabezan propuestas electorales emergentes, aunque sepan que apenas tienen menos del uno por ciento del electorado dominicano, desarrollan un ego tan elevado que su centro de gravedad se coloca muy por encima de su estructura anatómica y luego la brisa de la realidad les tumba por momento angular.
La segunda barrera es la debilidad estructural y la frialdad de los discursos emergentes, porque muchos líderes emergentes piensan que con tan solo hablar de historia, o con simplemente hacer criticas genéricas al gobierno de turno, van a obtener el favor electoral, cuando en realidad la gente quiere oír respuestas a sus problemas de desempleo, alto costo de la vida, inseguridad ciudadana, falta de agua y de energía eléctrica, malos servicios de educación y de salud, pésimos servicios de transporte, descuido del medio ambiente, etc. Hay que hablar el lenguaje que la gente quiere oír.
El tercer obstáculo que frustra estas válidas aspiraciones que pudieran dar respuestas a los justos reclamos de cambio que hace el pueblo dominicano es la extraordinaria incapacidad de concertación con otras fuerzas emergentes, la incapacidad de entendimiento con otros líderes que aspiran a ayudar a la sociedad a salir del estancamiento, y la gran capacidad para cementar celos que llevan a alejarse de los demás aspirantes emergentes.
La cuarta limitante que frena el crecimiento de las propuestas emergentes es que muchos de los dirigentes políticos emergentes proclamados, en lugar de sentarse a diseñar propuestas, a elaborar mensajes, y a transmitir conceptos que lleguen al corazón de la población, y así ganarse el respeto, la admiración y la confianza de toda la nación, sólo dedican su tiempo a intentar bloquear a los demás aspirantes, sobre la base de que quien no es un dirigente proclamado y quien no tiene estructuras visibles no puede participar.
Y el quinto elemento es que el pueblo dominicano no tiene cultura perdedora y no favorece con el voto a quienes no muestran posibilidades de ganar porque no son capaces de ponerse de acuerdo para construir una verdadera propuesta electoral alternativa.
Estando recientemente en Guayaquil, invitado por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil para dictar una conferencia sobre la vulnerabilidad sísmica de las edificaciones construidas sobre suelos flexibles, un importante líder político identificado con nuestras propuestas electorales nos mostró una encuesta realizada años atrás por la embajada "americana", donde en ese entonces Rafael Correa ocupaba el lugar número 15 (quince) en las encuestas de preferencia electoral, pero Correa terminó ganando el proceso electoral porque
hizo lo que tenía que hacer. Sin embargo, aquí nos dedicamos a bloquearnos unos contra otros, y por eso no crecemos y esa cultura egoísta debe cambiar.
En algunas de las reuniones convocadas para intentar lograr una concertación electoral usted ve la carencia de propuestas estructurales, pero ve la abundancia de obstáculos para quienes por sus ideas claras, precisas, objetivas y entendibles, representan una sombra que pone en peligro a quienes viven al acecho de una oportunidad electoral, sin hacer el verdadero trabajo de defender a la sociedad y sin empeñarse en conocer los problemas sociales y sus soluciones.
Y la pregunta que cualquier ciudadano sensato se haría es: ¿pero y cuál es el miedo a que otros líderes sociales participen en las propuestas?, porque si usted está seguro de que usted tiene liderazo político, social e intelectual, y si usted está seguro de tener respuestas válidas para los problemas del país, entonces usted no debe temerle a la competencia interna ni externa, todo lo contrario, usted debe estar feliz de competir contra todo el que venga de adentro y de afuera para que su liderazgo quede reafirmado de forma contundente y todo el pueblo le otorgue su voto electoral.
¿Porqué a usted ha de preocuparle que alguien tenga o no tenga grandes estructuras?, porque en ninguna parte del mundo se ganan las elecciones con estructuras, sino con los votos emitidos a favor de una candidatura que goce del respeto, del cariño, y de la confianza de la gente. Candidatos sin estructuras han obtenido casi el 60% de los votos frente a candidatos con grandes estructuras que se han quedado con menos del 5% de los votos.
Juan Pablo Duarte no tenía estructuras y logró la independencia dominicana.
Joaquín Balaguer no tenía estructuras porque el sabía que él era la estructura de ese partido y que sin él se caía el PRSC y así fue. Balaguer murió y el PRSC se cayó porque la candidatura de Balaguer era la estructura. Entones no es cuestión de estructuras, sino de una buena candidatura.
Hay dirigentes emergentes, que, obnubilados por el egoísmo que erosiona cimientos y hace colapsar puentes de entendimiento, prefieren hundirse y hundir las esperanzas de una sociedad dominicana que hoy se debate con las mismas propuestas electorales del año 2000, y eso no debía ser.
El país está atrapado en una encrucijada de confusión e insatisfacción, y algunos de los líderes emergentes, en lugar de trabajar para presentar una propuesta unitaria que despierte las esperanzas de una sociedad frustrada, sólo se empeñan en intentar bloquear a quienes diariamente trabajan en favor de la construccion de una nueva sociedad. Qué pena por ellos y qué pena por el país.
Por: R. Osiris de León.