En la medida que ha pasado el tiempo, han surgido diferentes tipos de gobiernos uno más desastrosos que otros, pero todos por el mismo camino de endeudar, malversar y vender los bienes del Estado.
La democracia dominicana se puede definir, como la soberanía que ejerce el pueblo para elegir a los dueños del país por un período determinado mediante el voto, para que los elegidos puedan resolver sus problemas personales con tendencia a empobrecer a quien los eligió; es decir al pueblo.
La Constitución de la República Dominicana, la cual en un momento fue definida por Balaguer como “un pedazo del papel” y no ha dejado de serlo, porque el pueblo no le exige a sus gobernantes que se rijan por ésta; es decir los gobernantes hacen lo que les da la gana y este sistema en vez de beneficiar a la mayoría, es la minoría que disfruta de las bondades del Estado.
La Constitución de la República Dominicana, en su artículo no. 2, dice : “la soberanía nacional corresponde al pueblo, de quien emanan todos los poderes de Estado, los cuales se ejercen por representación”. También tenemos entendido que “ los bienes y deudas del Estado pertenecen al pueblo” y que los gobiernos reconocen que no pueden administrar los bienes del Estado y se lo venden al mejor postor dejándole “pingües beneficios” y al pueblo qué? ¿de qué? ¡yo no se!
Como la “soberanía nacional corresponde al pueblo, y es de quien emanan todos los poderes del Estado” y para ¡por fin! lograr un beneficio individual, que sería un beneficio colectivo y así nos libraríamos de las promesas de los políticos, ¿por qué no seleccionamos un equipo de profesionales para que vendan todos los bienes y repartirnos el dinero entre los nueve millones de dominicanos? Ejemplo, si los bienes del Estado los vendiéramos en mil millones de dólar y se divide entre los nueve millones de dominicanos, cada uno tocaría a ciento once millones de dólar aproximadamente....y a quien no le gustaría eso?
Los problemas serían menos graves que los que estamos pasando en este momento y “pal carajo" que cada cual haga con su parte lo que le dé la gana”.
Por: Fernando Puesán
 
 
 
 
