Reforma agraria: monstruo que despierta

República Dominicana.- Lo que se conoce como Reforma Agraria es un sector de la vida nacional que puede calificarse, sin la menor duda, como “monstruo”. No porque meta miedo, sino por su tamaño, por la incidencia que tiene en la producción agrícola y, sobre todo, por la gran cantidad de problemas que registra.

Pese a escuchar informaciones esporádicas del mismo desde hace muchos años –las cuales habían disminuido considerablemente en los últimos tiempos- no me di cuenta de su condición (o mejor dicho, de su categoría) de “monstruo” hasta hace poco.

Mis ojos se abrieron y tomé conciencia de la envergadura del sector cuando asistí como observador a un encuentro celebrado en la sede central del Instituto Agrario Dominicano (IAD) en el cual dirigentes de federaciones campesinas expusieron al nuevo director del organismo los problemas que afectan a la Reforma Agraria.

Fueron tres horas de exposiciones en las cuales se dibujó una especie de retrato fiel de la situación de los asentamientos agrarios de todo el país, necesitados de una acción más firme, activa y efectiva del organismo rector, el IAD.

Miles de campesinos poseyendo tierras, pero careciendo de títulos, lo que le impide obtener créditos bancarios. Centenares de personas –algunas de cuello blanco- ocupando ilegalmente predios del IAD. Centenares de agricultores despojados de parcelas que le fueron asignadas. Labriegos que tienen problemas judiciales y no pueden contar con asistencia legal. Antiguos propietarios de terrenos que han sido destinados a proyectos y no han recibido nunca la paga por parte del Estado. Parceleros enfermos, hambrientos y carentes de recursos para poner a parir la tierra. Factorías de arroz en bancarrota y cientos de campesinos endeudados con el Banco Agrícola.

Estos son solo algunos de los puntos que, sin tomar anotaciones, pude percibir del casi medio centenar expuesto por abigarrados dirigentes de federaciones que insisten en un impulso gubernamental al proceso agrario.

Cuando concluyeron las exposiciones –crudas pero entusiastas- y cuando escuchamos al nuevo director del IAD, quien confía en trabajar a fondo para modificar el panorama del sector, nos pasaron por la mente algunas preguntas: se está despertando al monstruo medio dormido ?. Aparecerán los recursos que requiere el IAD para dinamizarse ?.

Aparentemente la voluntad de trabajo para cargar o lidiar con ese pesado fardo, existe plenamente en el nuevo alto mando de la entidad oficial, con sede central en la avenida 27 de febrero, de Santo Domingo. Son muchos los planes, incluyendo reiniciar la captación de tierras para futuros repartos.

“No haremos una gestión burocrática, de simple escritorio”, proclamó Héctor Rodríguez Pimentel previo a resaltar que se manejará codo a codo con los hombres que hacen parir la tierra y que estará en el campo en todo momento escuchando las sugerencias y las quejas. En ese sentido hemos determinado que en las primeras dos semanas en el cargo ha celebrado, aparte del encuentro con los líderes de federaciones, otras dos reuniones con parceleros. La primera con agricultores del Distrito Nacional, San Cristóbal, Peravia y San Jose de Ocoa y la segunda con asentados en los proyectos de San Francisco de Macorís.

Además fue a Santiago, donde anunció que en el proyecto Banegas será promovido el cultivo de yautía coco, que tiene excelentes perspectivas de exportación. Y fue a Azua, donde anunció la rehabilitación del proyecto ganadero D1, que funciona en Usura.

El programa de viajes al interior del país es intenso y supone una reanimación del IAD que, al decir de los dirigentes campesinos, no tiene grandes recursos para emprender acciones sobresalientes en la reforma agraria. Sin embargo, el nuevo titular del instituto confía en que, como consecuencia de su trabajo, los recursos tienen que aparecer.

“El principal recurso de cualquier acción es el recurso humano y nosotros lo tenemos”, dijo Rodríguez Pimentel refiriéndose a la reforma agraria, que aporta el 50 por ciento de lo que es la producción agrícola nacional.

Los días por venir tendrán la última palabra.

POR JOSE PIMENTEL MUÑOZ
Pimentelmunoz_jose@hotmail.com


*EL AUTOR es periodista.

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